CARACOL, UN MUSEO PARA TI

De amor y química

Por Marisela Perzabal Corona*
sábado, 9 de noviembre de 2019 · 00:00

Ah, el amor.

Ese sentimiento que no distingue entre distancias o niveles socioeconómicos.

Descrito como algo mágico y universal, el amor se ha vuelto cotidiano y relevante en la vida de todos, dando origen a respuestas específicas que nos motivan a salir de nuestra zona de confort a buscar una pareja con el mismísimo fin de perdurar como especie. Pero ¿qué es lo que promueve este comportamiento?

Seguramente estás familiarizado con la expresión “te quiero con todo mi corazón”. Por ello, no es extraño que las personas tiendan a asociar al amor con el corazón. La realidad es que este órgano no es el responsable de nuestros sentimientos. La respuesta a qué es lo que nos hace sentir amor (y muchas otras emociones) radica en unas cuantas sustancias químicas propias del sistema nervioso conocidas como neurotransmisores, además de algunas hormonas. Sí, todo eso que sientes al ver a la persona que amas es consecuencia de una combinación de diversas moléculas que se encargan de llevar un mensaje de neurona a neurona con el fin de desencadenar una serie de reacciones ante esa situación.

Especialistas en el tema han dividido al amor en tres etapas principales: el deseo, el enamoramiento y el apego. En cada una de estas fases participan diferentes neurotransmisores y hormonas que, en combinación, nos hacen actuar, hablar y pensar de una manera determinada dependiendo de la fase.

Hablemos de la primera etapa, el deseo. Cuando ves a alguien que te resulta atractivo, la producción de estrógeno y testosterona es lo que nos impulsa a obtener esa gratificación sexual, ya que a través de la reproducción es la forma en la que podemos transmitir nuestros genes.

En segundo lugar, tenemos al enamoramiento, esa etapa en la que sientes que te trae “cacheteando las banquetas”. Las sustancias principales que participan en esta fase son la dopamina, la norepinefrina y la serotonina. Responsables de la pérdida de apetito, sueño y taquicardia, estos neurotransmisores nos inducen en un estadio tan placentero y adictivo, similar al sentimiento que nos provoca el consumo de chocolate.

Cuando se nos pasa la euforia del enamoramiento, llega la tercera fase: el apego. Una etapa en la que se establece un lazo afectivo firme y duradero entre la pareja, la cual está regulada principalmente por la producción de oxitocina y la vasopresina.

Carl Jung dijo alguna vez que el encuentro entre dos personas es similar al contacto de dos sustancias: si hay alguna reacción, ambas se transforman. Y si bien el amor asegura la supervivencia de la especie, también la clasificaría como una de las estrategias más bellas de la naturaleza y una de las virtudes más importantes del ser humano.

*La autora es Lic. en Biología.
 

...

Comentarios