LA TURICATA

Play again

Por José Carrillo Cedillo
jueves, 12 de diciembre de 2019 · 00:00

Parafraseando una de las líneas más frecuentadas de Shakespeare “Estamos hechos de la misma materia que los sueños” (La tempestad), podría decirse sin faltar a la verdad que los seres humanos estamos hechos de la tenue bruma de nuestros recuerdos. Es tan fugaz el presente y tan inasible el futuro, que nuestras vidas se destilan en tiempo pretérito. Somos nuestra memoria de lo vivido.

Las personas que llegamos a lo que eufemísticamente llaman “la tercera edad” compartimos algunos rasgos, por ejemplo al escuchar una melodía nos transportamos años atrás como si saltara una tarjeta de un viejo archivo y nos invaden nostálgicos recuerdos. Y uno empieza a soltar el rollo aburriendo en muchas ocasiones a nuestros oyentes, repitiendo una y otra vez las mismas anécdotas, aderezadas por nuestro afán de ser escuchados y termina uno molestando.

(Aunque es importante declarar que de mi parte no participo del viejo dicho de que el tiempo pasado fue mejor).

Ayer, camino a la universidad, en el auto escuché la melodía norteamericana que en español se le conoce con el título “A través de los años” y desde luego, volé a mi juventud como espectador solitario en una gran cueva oscura; esta canción se escribió para la radio y luego se usó en una película en blanco y negro, que los propios productores no confiaban en ella, pensando en que iba a ser una película más del montón, de las decenas que cada año salían de los estudios y en su estreno se sorprendieron de su inesperado éxito y al pasar los años se ha convertido en una película de culto para los que amamos el cine. Me refiero a la inolvidable Casa Blanca, filmada en 1942, dirigida por Michel Curtis y estelarizada por Humphrey Bogart, la bellísima Ingrid Bergman (mi suegra) y Paul Henry, más una pléyade de buenos actores en los papeles secundarios.

La película se basa en una obra escrita originalmente para el teatro, titulada TODOS VIENEN AL CAFÉ DE RICK; dicho café era una especie de cabaret inexistente en la vida real y aunque se filmó totalmente en Hollywood, mucha gente pensó que de verdad se había filmado en Marruecos y viajaban a esa zona de África a tomarse un trago y tomarse una foto en el café.

La crítica en general reconoce la profunda actuación y limpia dirección, lo que le dio numerosos reconocimientos, pero la mejor es la que le otorgamos los aficionados al cine con el paso de los años.

Cuando yo la vi en mi inolvidable cine de barriada, el CERVANTES de la calle de Lecumberri, justo enfrente de la vecindad donde nací, todavía asistía a la primaria y para entonces ya era fanático del cine y creo que seguiré gozándolo.

Respetuosamente le sugiero verla nuevamente y encontrará escenas que no recordaba (así es nuestra memoria) y por cierto, quizá usted no sepa que el pianista (Dolly Wilson), en la vida real no sabía tocar el piano, era cantante y baterista. Y también comprobar que Dick (Humphrey Bogart) en ningún momento le dice a Sam: PLAY AGAIN. Así es la fábrica de sueños, nos engaña con una facilidad que no nos damos cuenta y nos hace soñar, Charles Chaplin dijo que el arte debe ocultar el artificio, quizá por eso amamos el arte de nuestro tiempo,

Sigamos soñando lo que no somos.

jcarrillocrdillo@hotmail.com
 

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