CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

La empresa de la literatura no es una fábrica de podredumbre

Por Rael Salvador
viernes, 20 de diciembre de 2019 · 00:00

“Nada es más despreciable que el respeto basado en el miedo”
Albert Camus


Los actos hablan de mí.
Soy lo que hago y lo que hago es lo que decido.
Las decisiones son responsabilidad mía y de nadie más.
Pienso lo que digo y hago lo que pienso.
Aquí todos han aprendido que la mejor manera de decir es hacer.
El que sabe hacer una cosa la hace; el que no, si desea aprender, le ofrezco asesoría.
Se reconoce la habilidad sólo a través de la habilitación.
Todo hombre es mi espejo y por él comprendo quién soy.
No soy un gran empresario.
Con amabilidad, se me respeta. Ya lo decía un clásico: “Nada es más despreciable que el respeto basado en el miedo”.
Mi escritura es una pequeña empresa social y no se promueve como ecológicamente responsable: mas si debo pagar Infonavit a cada uno de mis lectores, lo haré.
Estoy a tiempo –así lo marca el requisito– con mis impuestos y utilidades, como cualquier ciudadano que no tiene fuero federal o de gobierno.
Antes de ser escritor soy ciudadano, nunca lo olvido.
Declaro la totalidad del salario de mis trabajadores y no lo triangulo con alguna “Empresa fantasma” para no pagarles IMSS.
En “ventanilla” me han pedido dinero para aligerar algunas cargas, pero no contravengo ninguna ley laboral.
Quienes están aquí, cuentan con prestaciones –económicas o bibliográficas– y les ofrezco los instrumentos y las herramientas necesarias para que su labor sea más eficiente.
Todo mundo recibió en tiempo su aguinaldo y sus bonificaciones por rendimiento, puntualidad y asistencia.
Contamos con un WC por cada 6 personas, tenemos un apropiado Servicio de Comedor-Cafetería y otras áreas recreativas y de esparcimiento (estoy ahorrando para la Guardería).
La jornada laboral cumple su horario puntualmente.
Existen tiempos extras los sábados y son remunerados conforme a lo legislado.
Bajo amenaza de despido, no obligo a mis colaboradores y empleados a asistir en días festivos o de asueto, mucho menos a reuniones fuera de horario de oficina.
Así estamos satisfechos. Así podemos ofrecernos más.

La mujer que despierta a mi lado, lo sabe. Y educa a mis hijos según el ejemplo.
A veces siento orgullo. Otras veces, no.
Entonces leo a importantes autores (es un decir) y los libros salvan mis emociones.
De ahí aprendí lo siguiente: “La vida no tiene sentido, pero una vez conscientes de ello, los hombres debemos intentar transformar la realidad combatiendo el mal”.
El mal, no a los malos.
Todavía me causa gracia observar a mi alrededor la falta de discernimiento de mi familia laboral… No ignoro que han alimentado su ser con “Sabritas literarias”.
Conozco a los grandes empresarios de mi país, multimillonarios como los Saba, los Salinas, los Slim, los Azcárraga, los Servitje, etc.
Siempre al amparo del contubernio, la corrupción, la simulación, la hipocresía y la impunidad.
Es de mi conocimiento que encabezan la lista Forbes y, también –lamentablemente–, sé que han dejado a México en la ruina.

raelart@hotmail.com

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