DÍA DEL SEÑOR

IV Domingo de Adviento Ciclo A

Por Carlos Poma Henostroza
sábado, 21 de diciembre de 2019 · 01:17

“He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”
Mt 1, 18-24


Hoy, último domingo antes de la Navidad, las lecturas, nos invita a ir considerando la venida del Salvador, en su nacimiento en Belén. Vayamos preguntándonos. ¿Hemos preparado bien el camino de nuestra familia para que el Señor entre en ella? ¿Hemos dispuesto el corazón para que Dios hable?

En el Evangelio de hoy, la Virgen María se mantiene en silencio: lo que Dios le ha dicho en privado, Ella lo conserva en su corazón y no le dice nada de ello a José. El Señor suele actuar así, en forma misteriosa y secreta. Y el Señor mantiene el secreto, hasta que José, hombre bueno y santo, “no queriendo poner a María en evidencia”, nos dice el texto evangélico, decide abandonarla también en secreto. Pero Dios, que tiene su momento para revelarse, le habla en sueños a José a través del Ángel: “María ha concebido por obra del Espíritu Santo”.

José cree lo imposible, igual que María en la Anunciación creyó lo imposible. Ambos creyeron que para Dios no hay nada imposible. Así, el Salvador del mundo se había hecho Hombre, sin intervención de varón, por obra del Espíritu Santo, en el seno de la Virgen anunciada por el Profeta Isaías. José acepta, en humildad y en obediencia, ser esposo terrenal de la Virgen Madre y ser padre virginal del Hijo de Dios.

José sin ser el padre carnal del hijo de María, recibe la misión de hacer de padre a Jesús. Y a partir de esa vista del Ángel, acogiendo la voluntad de Dios, actúa como esposo de María y como padre legal de Jesús.

En José, encontramos un hombre natural, obediente y de gran respeto. Este humilde servidor, supo acoger en secreto este misterio de la acción de Dios en María y él hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, recibir a su esposa, respetarla, cuidarla, acompañarla siempre, participar del nacimiento del Hijo, a quien “puso por nombre Jesús”

La capacidad de escucha, de confianza en Dios y de aceptación de su voluntad que tuvieron María y José debe ser para nosotros un ejemplo que nos anime a superar todas nuestras dificultades. No hay nada más triste que vivir en la desesperanza, sin ilusión por el futuro. La razón de nuestra esperanza es que Dios cumple su promesa, es “Dios con nosotros”. Con El a nuestro lado todo se llena de luz, de sentido, de razón. Ya no pueden caben las dudas, los pesimismos, los sentimientos negativos. Dios está con está contigo, te quiere, se preocupa por ti, te ayuda y te sostiene.

Que la cercana venida de nuestro Señor, los bendiga hoy, acompañe y proteja siempre.

cpomah@yahoo.com

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