LA OTRA HISTORIA

Los milagros existen

Por Lucia Garayzar Rodríguez*
sábado, 21 de diciembre de 2019 · 01:08

Todos los pueblos guardan infinidad de historias que recordar. En sus valles, calles y praderas quedan grabadas un sin fin de anécdotas que luego serán contadas a los visitantes y de acuerdo a su relevancia, en ocasiones el mundo entero sabrá de ellas.

Cuenta un texto que recién leí, que cuando Winston Churchill se vio perdido al saber que Hitler invadiría Inglaterra, la única opción que tenía en ese momento era rezar, y así, el país entero se dio a la tarea de organizar jornadas de oración en cada rincón de esa nación.

Todos sabían que Hitler iba en camino y no sólo eso, también sabían que al llegar serían derrotados. Lo sorprendente de esta historia fue que ese momento nunca llegó; a ciencia cierta nadie conoció el motivo que detuvo al fuhrer en el camino, al parecer una niebla muy intensa lo cubrió, obligándolo a retroceder para nunca volver.

Después de lo sucedido, la Reina de Inglaterra exclamó un pensamiento que hasta hoy se mantiene vivo: «Le temo más a un ejército de personas orando, que a un ejército militar».

Amable lector: mucho más allá de cualquier creencia o religión, todos sabemos que los sucesos inexplicables existen. Tal vez no todas las personas, pero los que creemos en un ser supremo, sabemos que todos los días pasan cosas extraordinarias que a simple vista no tienen lógica, están ahí y son maravillosamente tangibles.

Cuando experimentamos dolor e incertidumbre, cuando más vulnerables somos, cuando todos se han ido y solo nos arropa nuestra piel, es cuando algunos pensamos lo mismo que Churchill y nos preparamos para otro tipo de batalla.

El impacto que produce la oración en cualquier situación por increíble que parezca es tremendamente poderoso. La fe es capaz de cualquier cosa; lo hemos visto en casos prácticamente perdidos, en enfermos desahuciados, accidentes, problemas familiares, económicos, laborales, en fin, en las adversidades que la vida presenta. Pero hasta que no atravesamos por una crisis, es entonces y solo entonces cuando clamamos por un milagro.

A escasos días de celebrar la Nochebuena, cierro mis ojos y recuerdo como una pesadilla las obscuras noches en que la densa neblina del miedo no me dejaba ver el otro lado del camino.

Muchas veces la bruma espesa me hizo pensar que podía perder a mi compañero de vida. Hoy, no puedo más que agradecer esas largas jornadas de oración organizadas por familiares, amigos y personas que nunca conocí.

Me considero una mujer afortunada, he recibido por adelantado el mejor regalo de navidad, un nuevo comienzo para mí y mi familia, una nueva oportunidad de vida para Mr. Rivers, un hombre valiente que nunca bajó la guardia; todo lo aguantó y todo lo esperó.

¡Gracias Dios, los milagros existen!

*La autora es profesora

...

Comentarios