LA OTRA HISTORIA

“La cucaracha”

Por Armando Fuentes
sábado, 28 de diciembre de 2019 · 00:26

Un coahuilense, Ildefonso Vázquez, mandaba en Monterrey. Pocas vidas tan cortas hubo entre los revolucionarios como la de este muchacho: vivió 25 años.

Nacido en Piedras Negras en 1890, se unió al movimiento maderista en 1911. Su carrera de militar fue relampagueante: ganó sonados triunfos en Sacramento, Monclova y Cuatrociénegas. Su victoria más brillante, sin embargo, la ganó en Candela, donde con 40 hombres batió a una fuerza muy superior. Por esa acción fue llamado “El héroe de Candela”. Llegó a ser gobernador provisional de Nuevo León, en 1915, y murió ese mismo año en una escaramuza en Icamole.

Vasconcelos, quien conoció a Poncho Vázquez, dice de él que era “... un muchacho de pueblo, bien plantado, alegre, noblote, ignorante...”. En cierta ocasión invitó a Vasconcelos a cenar, en Monterrey, y para impresionarlo hizo que cada 3 minutos se le apersonara en la mesa algún licenciado, un funcionario, o el inspector de Policía, que le pedía instrucciones u órdenes, más una larga fila de jefes y oficiales que se le cuadraban y le daban reportes sobre el orden y la tranquilidad de la ciudad. El filósofo se divirtió mucho mirando aquella procesión hecha para que él la viera y observando la grave solemnidad con que el joven Vázquez ejercitaba su gobierno.

Al terminar la cena Ildefonso le hizo una invitación muy especial a Vasconcelos.

-¿No gusta ir con las muchachas? -le preguntó muy cortesanamente.

Vasconcelos, que era el mismo en un palacio que en una taberna, no se hizo del rogar y acompañó a su anfitrión en una ronda nocturna por los prostíbulos de Monterrey. La visita no le agradó: halló que casi todas las mujeres eran muy feas y vulgares. “Apenas si algún borracho se dejaba llevar a la intimidad”.

Sin embargo tuvo una experiencia interesante que apuntó en la libreta que siempre llevaba consigo para dejar constancia de sus impresiones. En Monterrey, aquella noche, escuchó por primera vez uno de los himnos de la Revolución: “... La cucaracha, la cucaracha, ya no quiere caminar, porque le falta, porque no tiene mariguana qué chupar...”.

Vasconcelos, que conocía los entretelones de la política y la guerra, supo que aquellos versos hacían referencia a un suceso de la Revolución constitucionalista: el ejército de Huerta, dirigido por el usurpador, dejó una vez de combatir todo un día porque su jefe no tuvo a su disposición la mariguana de donde sacaba el valor para luchar.

El despectivo mote de “La cucaracha” le era aplicado a Huerta por su color cetrino y por el aspecto que le daban a su rostro los anteojos negros y redondos que acostumbraba usar para ocultar los efectos de la cotidiana “cruda”.

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