LA TURICATA

El zócalo

Por José Carrillo Cedillo
martes, 31 de diciembre de 2019 · 00:00

Formado en la fila del Banco, entablé una charla con una gentil señorita, quien me preguntó si era yo de la Ciudad de México; una vez que mi respuesta fue afirmativa, le pregunté cómo lo había adivinado… por su manera de hablar… ¡chin! y yo que creía que no tenía el dejo de varios barrios de la gran ciudad; en fin. En la plática aprovechó para hacerme preguntas en relación a la capital.

¿Por qué se llama zócalo la gran plaza?… intenté dar una apretada respuesta, misma a la que aporto más datos con la esperanza que la lea y para otras personas interesadas en el tema.

Considero importante mencionar que el espacio que ocupa ya estaba a la llegada de los españoles, era el centro político-religioso de los mexicas, rodeado de pirámides; de hecho Moctezuma y Cortés se conocieron en lo que es ahora le esquina sureste de la gran plaza y hay una escultura para marcar el sitio.

Lo que es ahora el Palacio Nacional, era la casa de Moctezuma, y nos dice la historia que los españoles, una vez que asesinaron a muchos nobles mexicas, se dedicaron a lo largo de los dos primeros años a derrumbar las construcciones de los mexicas para construir con esas piedras la Catedral católica. Pasaron los años y fue Antonio López de Santa Anna el que mandó erigir un monumento que nunca se pudo terminar, quedando la base: el zócalo. El pueblo hizo costumbre y así se le quedó el nombre. A lo largo de los años la plaza ha tenido varios nombres: Plaza de Armas, Plaza Principal, Plaza Mayor, Plaza del Palacio, sin embargo desde 1813, es Plaza de la Constitución. La plaza mide 46,800 metros cuadrados, lo que la hace la segunda plaza más grande del mundo, la primera es la gran Plaza de Tiananmén en China, les siguen La Bastilla en Francia, La Plaza Roja en Rusia, San Pedro en el Vaticano, que es ovalada y yo agregaría la Plaza de Praga pues cuando estuve ahí me pareció tan larga como la de México, pero más angosta.

Cabe mencionar que a la llegada del arquitecto y escultor español Manuel Tolsá a México, se le contrató para formar parte de los docentes de escultura de la Academia de San Carlos y se aprovechó el que hubiera llegado para encargarle muchos otros trabajos, por ejemplo: él terminó la cúpula y la fachada de la Catedral Metropolitana, pero también el virrey de ese momento le encomendó una escultura ecuestre del rey Carlos IV.

El virrey Branciforte ordenó grandes fiestas centradas en la inauguración provisionalmente construida de madera. Se levantó el piso de la Plaza, se le circundó de un muro oval y en el centro figuraba, vestido de romano, el rey.

El día 8 de diciembre, día del cumpleaños de la reina, a las 8:15 de la mañana, ante una plaza atestada de soldados y de una muchedumbre delirante, el virrey, desde el balcón central de Palacio, agitó un pañuelo y fue la señal para que cayera el velo y la obra magnífica de Tolsá quedó al descubierto entre los clamores del gentío, las salvas de artillería y el repique del campanario de Catedral.

Luego, el virrey acompañado de la nobleza pasó a la Catedral donde el obispo dio el sermón que fue llamado por el pueblo: el sermón del caballito. Y así se le conoce hasta la fecha y desde el principio ni quien se acordara del rey.

jcarrillocedillo@homail.com

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