DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

Enfermedades reemergentes

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 5 de diciembre de 2019 · 00:00

Las llamadas enfermedades “Emergentes”, son aquellas nuevas o conocidas que aparecen en áreas por primera vez o que presentan manifestaciones desconocidas o indiferenciadas: Sida, SARS, H1N1, H5N1, influenza aviar, el virus ébola y muchas otras más que causan pánico a propios y extraños.

Las enfermedades “Reemergentes” son aquellas, principalmente infecciosas, ya conocidas y consideradas controladas, en franco descenso, casi desaparecidas y que volvieron a emerger; dentro de este grupo tenemos el dengue, influenza, E. coli enterohemorrágica, malaria, cólera, leptospirosis, fiebre amarilla y otras más conocidas como sarampión, paperas, tos ferina, difteria.

En estas últimas, mucho del resurgimiento se debe a la interrupción o a la falta de esquemas adecuados de vacunación y como bien se sabe, los grupos “antivacunas” tienen mucho que ver. El aumento en el mundo de la resistencia antimicrobiana es una razón aún más preocupante, ya que contribuye a agravar el problema.

Los gobiernos elaboran planes universitarios y propuestas políticas a fin de frenar el “uso indiscriminado de los antibióticos”. Múltiples y variadas publicaciones exponen el problema. Desde la década de los 80 del siglo pasado, al menos 150 patógenos que atacan a los humanos han sido identificados, ya sea como emergentes, reemergentes o en evolución, afirma Carlos Amador Bedolla, director de la Facultad de Química de la UNAM, quien, en conjunto con Samuel Ponce de León, coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud, fundamentan la necesidad de disminuir el uso de antibióticos en todas las áreas: práctica médica, veterinaria, odontología y agroindustria.

La imparable movilidad poblacional contribuye a este problema, actualmente la humanidad más es urbana que rural, la concentración de personas en zonas densamente pobladas y la migración, propician el contacto con diversos microorganismos, lo que facilita su transmisibilidad, y por ende, el surgimiento de más procesos infecciosos causantes de enfermedades.

La Organización Panamericana (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), advierten que si no logramos controlar la resistencia antimicrobiana, estiman que para el año 2050, las infecciones resistentes costarán a la humanidad 50 millones de muertes al año.

Factores como la globalización, el cambio climático y los desórdenes sociales, difícilmente podremos frenarlos. La utilización excesiva de antibióticos en granjas de aves y en ganado, junto con el mal uso y abuso de antibióticos en los humanos, lleva a problemas de resistencia a los mismos, por lo que su uso racional, se convierte en la medida de mejor accesibilidad para frenar su resistencia.

Las enfermedades transmitidas por negligencia en la higiene como por ejemplo en los alimentos, son un factor infeccioso muy frecuente a nivel mundial por lo que la población tiene que tomar medidas preventivas como lavarse las manos antes de cocinar, después de ir al baño, tener higiene en la manipulación de alimentos y muy en especial, tener relaciones sexuales protegidas, para evitar esas vías de trasmisión.

El mayor trabajo lo tenemos los médicos y las familias, por dar solo un ejemplo: un niño que acude a guardería en su primer año de vida puede presentar hasta 10 cuadros febriles agudos, de los cuales, muy probablemente el 80 a 90% son de causa viral, donde nada tienen que hacer los antibióticos, ahora les pregunto ¿con qué frecuencia sus bebés toman antibiótico ante un cuadro febril?, estos son administrados en forma automedicada por los familiares, recomendada por un vecino o muy comúnmente por su médico y en forma frecuentemente injustificada. Diversos estudios reportan que un alto porcentaje de las prescripciones antibióticas en forma ambulatoria, la medicación, la dosis o el tiempo de tratamiento son incorrectos.

El problema se acentúa para los jóvenes médicos ya que la disminución del descubrimiento de nuevos antibióticos, ha resultado en una crisis de salud. Entre 1940 y 1970 se describieron 14 clases de antibióticos, con nuevas moléculas en cada grupo, pero a partir de 1980 esta tendencia disminuyó drásticamente y entre 2003 y 2007 sólo cinco antibióticos fueron aprobados. Hoy, los laboratorios ya no están investigando nuevos antibióticos, si acaso, sacan las mismas moléculas, con mínimas variantes o con cambios en su concentración, los cuales no logran tener el impacto necesario. El futuro para las nuevas generaciones es desolador.

La mejor recomendación para los pacientes es evitar la automedicación y no solicitar a su médico el antibiótico. Algunos médicos, a fin de mantener al paciente, ceden a la petición y otros muchos, se dejan cautivar por las maravillas que les ofrecen los visitantes de laboratorios al ofertar sus productos.

Un nuevo adagio que circula en las redes: El médico que hace uso “no” racional de los antibióticos, se quita un peso de encima, sí, años, pero de estudio.

*Coordinador de Relaciones Públicas del Consejo Nacional de la Lactancia Materna A. C.

sicardi53@gmail.com
 

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