BAJO PALABRA

No es tu culpa

Por Hadassa Ceniceros
viernes, 6 de diciembre de 2019 · 00:00

De tiempo en tiempo llegan a la vida pública, cotidiana, términos y expresiones que reflejan la realidad. Estamos ahora entendiendo y no de la mejor manera, el término acoso en todas las manifestaciones hasta llegar a grados fatales.

Como mujer vive una, realidades que considera inherentes a nuestra condición de género. “Es mujer y estas cosas pasan”

Desde las primeras manifestaciones de diferencias evidentes en nuestro cuerpo, queda una expuesta al acoso de hombres de variada posición social, económica, educativa, étnica o religiosa. De manera aparentemente casual se hace referencia algún rasgo físico y se anticipa algo así como un cumplido o un piropo basados en esa característica, desde “qué feliz vas a hacer a tu novio (marido, pareja) …”, hasta “deja que llegues a los quince y te voy a enseñar…”. No importa si se es la hija de vecino, la sobrina del compadre e inclusive hasta a la hija propia, el padre comenta “que buenas caderas vas teniendo…”. Difícilmente separa una la experiencia de ser tratada como objeto deseado al hecho de ser considerado normal o esta halagador el o los comentarios machistas de toda una vida.

Ser portadora del propio cuerpo viene a ser una carga y muchas veces, un castigo. Se vive expuesta de manera constante a evaluaciones, comentarios, piropos y calificaciones agresivas en palabras, miradas y se escala a tocamientos y verdaderas agresiones físicas. En los transportes públicos se acercan en franca proximidad de sus partes masculinas y en taxis llegan al grado de tocarse a sí mismo mientras transita una en el asiento posterior.

Muchas son las experiencias que pueden recogerse para llenar páginas y páginas en relatos. Nunca deja de asombrar que el acoso venga disfrazado de un “cumplido” o un “halago” que lleva una carga connotativa de invasión, agresión o referencia sexual.

Los cercanos se convierten en ocasiones frecuentes en los más inadvertidos sujetos acosadores.

Mucha educación hace falta para dejar de ver como normal las referencias en palabra y las agresiones físicas a fin de aprender a defenderse y a parar de tajo estas formas ofensivas de relacionarse con mujeres.

A la primera reacción de vergüenza y pena por comentarios y acciones, habrá que anteponer la certeza del derecho a rechazar, confrontar y denunciar cualquier asomo de falta de respeto venga de quien venga.

Sólo esperaríamos que este tema no les sea indiferente.
 

...

Comentarios