BAÚL DE MANÍAS

¿Quieres ser mi Valentín? Anda, di que sí, di que Sugus

Por Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 12 de febrero de 2019 · 00:00

Las mentes más fregonas, esos locos visionarios creativos que nos regalan obras de arte, música y literatura, en ocasiones también nos regalan cartas de amor. Ejemplo: las cartas con las que Mozart inició y mantuvo vivo el romance juvenil que se convirtió rápidamente en el amor de su vida.

La historia es como sigue: Constanze Weber y Wolfgang Amadeus Mozart se conocieron en 1777 en Mannheim. (Ella era una teenager. Él era un pollito de 21)... Curiosamente, por aquel entonces, el pollito no estaba interesado en Constanze, sino en su hermana mayor, Aloysia. Él le tiró el can, y ella... procedió a batearlo sin ningún miramiento.

En un posterior encuentro con la familia Weber, en Viena, en 1781, Mozart se enteró de que Aloysa, después de “batearlo”, se había casado. Entonces, ni tardo ni perezoso, fue y rapidito se enamoró de Constanze (quien procedió a “capearle” a la velocidad del rayo); se casaron el 4 de agosto de 1782. Permanecieron juntos, muy enamorados, hasta la muerte de Mozart, nueve años después. ¿Que cómo sé que estaban muy enamorados? Bueno. Estaban muy enamorados y/o no tenían televisión. Haga sus cuentas: en nueve años tuvieron 6 hijos. Tristemente sólo uno sobrevivió.

Por si está usted necesitando inspiración para conquistar (ó reconquistar) por la vía epistolar a la dueña (o dueño) de su corazón (o sus quincenas), vaya aquí un botón de muestra, querido lector. Digo. Nótese que pasado mañana es 14 de febrero, día del amors y la amistads.

Ahí va:
“¡Querida esposa de mi corazón!...Si sólo tuviera una carta tuya, todo estaría bien… No tengo ninguna duda de que voy a conseguir algo (de trabajo) aquí, pero no será tan fácil como tú y algunos de nuestros amigos piensan. Es verdad, soy conocido y respetado, pero... (¡Suspiro!)... Ya veremos qué pasa. En cualquier caso, prefiero jugar a la segura, por eso me gustaría concluir este trato con H..., porque conseguiría algo de dinero sin tener que invertir nada. Todo lo que tendré que hacer entonces es el trabajo, y estaré muy feliz de hacer eso por mi pequeña esposa...

Me emociono como un niño cuando pienso en estar contigo otra vez. Si la gente pudiera ver en mi corazón, casi me sentiría avergonzado. Todo es frío para mí, frío como el hielo. Si estuvieras aquí conmigo, tal vez hallaría más agradables las cortesías que la gente me extiende. Pero como no estás, todo está tan vacío... Adieu, querida. Tuyo para siempre, Mozart, el que te ama con toda su alma”.

“PS. — mientras escribía la última página, lágrimas y más lágrimas caían sobre el papel. Pero tengo que alegrarme. Voy a atrapar un extraordinario número de besos que vuelan... Puedo ver una multitud de ellos. ¡Ja ja!... Acabo de atrapar tres. Son deliciosos. Te beso millones de veces”.

Ay, el Wolfie, tan ocurrente. No sé a usted, querido lector, pero a mí me hace sonreír ver cómo se las arregla para informar a partes iguales del estado de los negocios y del estado de su corazón ahí nomás, a renglón seguido. Las cosas que hace el amooooors, me cae.

Aquí Mozart y Constanze, enamorados y relajientos: https://www.youtube.com/watch?v=eeOE4BQPHxk.

Happy Valentine´s day!
 

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