INDICADOR POLÍTICO

Seguridad: AMLO, Guardia, sociedad, comandante supremo, lealtad, Estado

Por Carlos Ramírez
martes, 12 de febrero de 2019 · 00:00
El debate sobre la Guardia Nacional ante el argumento opositor de militarización tiene varios elementos:

1.- El presidente de la república, como lo refrendó López Obrador el sábado 9 al encabezar la ceremonia del Día de la Lealtad, reconfirmó su cargo de comandante supremo de las fuerzas armadas por ministerio de ley y ostenta una quinta estrella en las graduaciones castrenses.

2.- Los tres poderes de la república están encabezados por civiles. Toda la estructura política de las instituciones del Estado es civil. Los militares tienen muy estrictas reglamentaciones para sus funciones. Su participación en labores de apoyo a la seguridad pública se basa en el concepto constitucional de seguridad interior que los políticos civiles han temido reglamentar.

3.- La Guardia Nacional tendrá mando máximo civil y mando operativo militar; los militares cumplen con las exigencias de capacidad logística y entrenamiento para combatir a delincuentes con capacidad superior a la de las policías.

4.- La capacidad delictiva del crimen organizado/desorganizado se puede percibir en el caso de las 40 mil personas desaparecidas, la abrumadora mayoría por acciones de los criminales y algunas de autoridades del Estado en función de cómplices de los delincuentes o sin capacidad de ejercicio democrático del poder.

5.- La crisis de seguridad fue revelada en diciembre de 2006 con la decisión del presidente Calderón de incorporar a las fuerzas armadas a apoyo a la seguridad pública, pero en base a cifras oficiales potenciada desde 1994 con el alzamiento zapatista, los secuestros de personajes del poder y los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu; esa crisis de seguridad mostró las tres perversiones del trabajo policiaco: la ineficacia, la complicidad con los delincuentes y la incomprensión de la nueva sociología del delito.

6.- Las fuerzas armadas no son una institución ajena a la república, al Estado y a la historia, como se recordó el pasado 9 de febrero con la ceremonia que revivió la lealtad de jóvenes cadentes del Heroico Colegio Militar con el presidente constitucional Francisco I. Madero ante el cuartelazo del general Victoriano Huerta.

7.- Ante la ausencia de guerras, los militares desde los sesenta se involucraron en actividades sociales de apoyo a la comunidad: médicas, desastres, reforestaciones, construcciones, entre otras. El ejército, sobre todo, ha sido formado por ciudadanos salidos de la civilidad. Los casos de abuso de autoridad de militares fueron producto de órdenes de las autoridades civiles y política y nunca por decisión propia.

8.- Como nunca, las fuerzas armadas están sometidas a una estricta observación social, política e institucional, como se percibe a veces en las acusaciones sin fundamento de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de activistas civiles. Inclusive, la sobrerregulación de las actividades de las fuerzas armadas podrían ser un problema de funcionalidad en caso de invasión extranjera o de violación de la seguridad nacional.

9.- Los militares son los guardianes de la soberanía nacional en los aspectos de seguridad nacional (frontera geopolítica estratégica) y de la seguridad interior (territorio de la soberanía del Estado ante grupos criminales y políticos anti institucionales); en este sentido, los militares son una fuerza para mantener y defender la soberanía interna y externa del Estado y de la sociedad, no un vistoso uniforme de gala para desfiles y fiestas.

10.- La participación de las fuerzas armadas en labores de apoyo a la seguridad publica se decidió cuando la criminalidad rebasó y corrompió a las autoridades civiles y se apoderó de territorios de la soberanía territorial y política del Estado. En estos doce años, los militares han estado bajo el mando de las autoridades civiles. Por tanto, el concepto de militarización se entiende como la participación castrense en labores civiles por la incapacidad civil para combatir a la criminalidad y no la toma del poder social, civil y político por los militares. La estridencia de grupos anti Estado contra los militares es, en todo caso, una exhibición del fracaso de la capacidad civil para conducir el Estado.

11.- Si los militares son excluidos de la Guardia Nacional o carecen de un mando operativo castrense, entonces el nuevo cuerpo de seguridad será otra policía más sin disciplina, sin valores y sobre todo sin entrega a las nuevas funciones.

12.- La crisis de seguridad se percibe en la existencia de viejos y nuevas organizaciones criminales, su transnacionalidad que implica un problema de seguridad nacional y las cifras de muertos que revelan la disputa violenta de territorios sin preocuparse por la vida civil.

Lo que está en juego es la existencia del Estado ante el embate criminal, violento y corruptor del crimen organizado/desorganizado. Es el Estado y todas sus instituciones contra la delincuencia.

Política para dummies:
La política, en su máxima expresión, es la razón de Estado.

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