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El poder de los hábitos

Por Jorge A. Meléndez
viernes, 1 de marzo de 2019 · 00:00

“Todo mundo tenemos hábitos. Un estudio de la sicóloga Wendy Wood comprobó que 40-45% de nuestras decisiones diarias no son decisiones, sino hábitos”.

Una parte de la gran charla de TED de Charles Duhigg. Imperdible, véala en nuestros sitios.

El periodista del New York Times utiliza resultados de experimentos con ratas para demostrar como en un hábito el cerebro “se duerme”, actúa en automático. Salvo dos excepciones: al inicio y al final.

En su libro “El poder de los hábitos”, Duhigg explica cómo estas excepciones son clave para explicar cómo se forma un hábito. Un sencillo y poderoso círculo con 3 partes:

  1. Un disparador. Una “pista” que le dice al cerebro: préndete, es momento de iniciar este hábito. Puede ser un olor, una hora del día, un sonido, etc.
  2. Una rutina. El comportamiento físico, mental o emocional que constituye el hábito. Algo aprendido a través del tiempo.
  3. Una recompensa. Un estímulo positivo que le confirma al cerebro que la rutina sirve y, por ende, vale la pena repetirla en el futuro.

“Por años el enfoque al analizar los hábitos se centró en la rutina, pero recientemente la ciencia nos ha probado que lo más importante son el disparador y la recompensa”, explica Duhigg.

Estos conceptos son centrales en el marketing, que en general busca crear disparadores para inducir a compras que provoquen luego en el consumidor alguna sensación de recompensa.

Estamos, pues, inundados de disparadores que buscan influir nuestra conducta. Y muchas veces para obtener beneficios sensoriales (una dosis de azúcar, nicotina, etc.) que no son realmente positivos.

Por eso es común tener malos hábitos. La sociedad consumista nos empuja a adoptarlos. ¿Cómo romper entonces un mal hábito? Aceptando que no se trata de romperlo, sino de modificarlo.

Duhigg explica que la solución efectiva radica más bien en cambiar la rutina relacionada al hábito sin alterar el disparador o recompensa. Por ejemplo, si por las tardes se come un dulcecito para romper la monotonía, esto se puede cambiar por ir a buscar a un compañero para comentar/acordar detalles de un proyecto.

Para emprender entonces un programa hay que identificar los principales hábitos. Claro, junto con sus disparadores, rutinas y recompensas. Y OJO, porque este ejercicio debe ser detallado. Hay que tomar papel y lápiz.

Ah, y hay que llegar a las causas raíz. Resulta que muchas veces las recompensas reales de un hábito están escondidas. Duhigg sugiere preguntarse “¿por qué?” 5 veces para encontrar una causa raíz.

Un factor relevante para crear o cambiar hábitos es la fuerza de voluntad. En su charla, el autor cita al experimento de los malvaviscos de Walter Mischel (vea un simpático video en nuestros sitios).

Simple y poderoso: a niños pequeños se les ofrece la alternativa de comerse un malvavisco inmediatamente o esperar 15 minutos y recibir dos. ¿Y sabe que pasó? Dos terceras partes no resistieron... se devoraron el dulcecillo. Pero un tercio aguantó…

Le cuento que 15 años después Mischel buscó a los entonces ya jóvenes. Y resulta que los que habían demostrado fuerza de voluntad eran los más balanceados y exitosos (relea “Firmeza de carácter”).

“Estos experimentos y otros demuestran que la fuerza de voluntad es la cualidad que mejor pronostica el éxito futuro. Mucho más que la inteligencia, tener dinero o recursos”, señala Duhigg.

Quizá algunas personas vienen de fábrica con una mayor reserva de fuerza de voluntad. Pero Duhigg argumenta que ésta también se puede enseñar: “Se logra eligiendo (y entrenando, agrego yo) una reacción futura específica a un estado emocional determinado”.

O sea, se logra anticipando disparadores para modificar rutinas. Así es como se reconstruyen hábitos que pudieran estar evitando alcanzar metas deseadas en desempeño laboral, finanzas, salud o relaciones.

Muy interesante. Espero que ahora que (todavía) inicia un nuevo año estas ideas le puedan servir para que le vaya mejor en 2019. Suerte en el trayecto.

Posdata. Los pésimos resultados financieros y operativos de Pemex confirman que no se trata de tirar la reforma energética. Para nada. Se trata de poner a dieta a la petrolera. Vea “Pemex, la obesa”. Ah, y de pasada a CFE también…

En pocas palabras…
“La flojera es sólo el hábito de descansar antes de cansarse”.
Jules Renard, escritor francés

benchmark@elnorte.com
Twitter: @jorgemelendez

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