LA VERDAD SEA DICHA

Los baches, ¿nacen o se hacen?

Por Guillermo Hurtado Aviña
martes, 12 de marzo de 2019 · 00:00
La ciudad está destrozada; los baches han tomado plaza y están decididos a mandar a todos los automóviles al yonke.

Muchos piensan que las lluvias son las causantes de que proliferen los hoyancos, con características de cráteres. Las mismas autoridades responden cuando se les reclama la existencia de esas amenazas a nuestros carros, que esos baches se deben a las lluvias y que tan pronto como éstas cesen serán tapados.

Falso, los baches no son culpa de la lluvia, sino de las autoridades que no han sabido cumplir con su trabajo, ni han tenido el valor de aceptar que son unos irresponsables.

En efecto, el que existan baches no es novedad, por lo menos desde el XV Ayuntamiento, los baches han sabido que Ensenada es un lugar maravilloso para vivir con toda tranquilidad durante las épocas de lluvias, debido a la falta de capacidad de las autoridades para evitarlo.

La verdad es que las autoridades han sido incapaces de entender, que los baches aparecen durante, o después, de la lluvia, por la sencilla razón de que los trabajos de pavimentación son pésimos, jamás han querido pagar por un trabajo serio, profesional, con el espesor de por lo menos cinco pulgadas, o el que garantice una duración de diez años o más.

En San Diego, por ejemplo, llueve igual que en Ensenada, sin embargo, allá no existen los baches, nadie los conoce, lo que sí es evidente es que los trabajos son realizados por gente capaz y supervisados por inspectores estrictos, que no permiten que los trabajos de pavimentación se hagan al “ay se va”, evitando con ello que las autoridades se vean tentados a pedir un moche, como muchos ensenadenses lo piensan y lo comentan en los cafés.

Si las autoridades municipales fueran inteligentes y de mente sana, podrían darse cuenta de que económicamente, resulta más conveniente hacer un buen trabajo, una buena pavimentación, que andar tapando baches a cada rato, indefinidamente. Pero no, la idea de los señores Presidentes, ha sido, y sigue siendo, hacer una pavimentación lo más barato que se pueda, aunque se tenga que estar bacheando constantemente, o bien que dure solamente el tiempo de su encargo. El chiste es guardar algo para sí, o para hacer alguna ocurrencia que les permita poner una placa con su nombre.

El envío del famoso dragón que hace el gobierno del Estado, resulta una vacilada, una tomadura de pelo. Sí, lo que esa máquina hace, es levantar el viejo y destrozado pavimento, lo calienta y lo vuelve a poner en la calle para que la autoridad pueda presumir una buena pavimentación, cuando se sabe que ese asfalto no tiene ni dos centímetro de espesor, y que dentro de unos meses estarán buscando tierra para tapar los hoyos; que ese inútil trabajo es solo atole con el dedo.

La lluvia es inocente; los baches no son hechura de ella, sino de la incapacidad probada de las autoridades municipales, que no han sabido hacer su trabajo, lo que las ha llevado a gastar dinero a tontas y a locas, por no tener la inteligencia necesaria para saber que cuesta menos hacer una buena pavimentación, que andar tratando de tapar los baches bajo la lluvia de insultos que les lanzan los automovilistas cada vez que caen en uno de ellos.

Todas estas porquerías de trabajo que cuestan muy caras, terminan pagándolas los sufridos ciudadanos, que no tienen más culpa que haber votado por esos incompetentes.

Queda claro que los baches no nacen, ni los hacen las lluvias; los hacen las autoridades con su pésimo trabajo, producto de su incompetencia. ¡He dicho!

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