LA CARROCA

De todo un poco

Por Soraya Valencia Mayoral*
sábado, 16 de marzo de 2019 · 00:00
La violencia y el odio no son exclusivos de los pueblos pobres o economías emergentes. En los países del llamado primer mundo se han presentado casos de actos violentos planeados y ejecutados con refinamiento.

Tal es el caso del ataque a una mezquita en Nueva Zelanda que no es más que otra forma del odio religioso, de los más venenosos, y que sigue tan vivo como hace milenios. A lo largo de estos años ha habido ataques a sinagogas, mezquitas, templos católicos y demás dejando su correspondiente saldo de víctimas directas e indirectas y en duelo a cientos de familias.

Es el odio, irracional por definición, al que es diferente, extraño, ajeno y constituye una amenaza para las propias seguridades. Y no hay que ir muy lejos para darse cuenta que en la formación religiosa de las diferentes iglesias y denominaciones, el otro, el protestante, el testigo de Jehová, el católico, es considerado como el enemigo a vencer. Así que no nos espantemos de como anda el mundo.

La inseguridad que se vive trae azorrillados a los ciudadanos. Hay quienes para proteger sus casas se llenan de perros y cuando se escapan no falta un vecino aterrorizado o mordido de una pierna. Otros, a las rejas, las alarmas, las cámaras de seguridad, los guardias, las casetas, dependiendo del nivel económico de la zona, hasta cerrar los accesos a las colonias dejando solo una salida, lo que considero peligroso en caso de emergencia.

A la hora de la hora todos pueden ser burlados por los amantes de los ajeno. Esto de los robos no es nuevo. Seguramente han aumentado conforme al crecimiento de la ciudad y además ahora nos enteramos gracias a la inmediatez de las redes sociales que han contribuido a que aumente el miedo.

Funcionan bien para comunicar si sucede algo anormal en el barrio pero hasta ahí. Yo no soy fan de los grupos ni mensajes instantáneos. Lo menos que pueda estar asediada por estos trebejos porque sí añaden un elemento de tensión que no necesito. Detesto las cadenas y las fake news que reenvían sin verificar de manera irresponsable añadiendo leña al miedo por un supuesto caso que sucedió en Guasave o en algún pueblo del cono sur y que va adquiriendo nacionalidad hasta hacerse un evento local. Mucha basura que no ayuda y que hay que aprender a pasar por el cernidor del entendimiento.

Y bueno, la nota de Mamá Cuerva. El Ensamble SuperCluster del que forma parte mi hija, se dedicó esta semana a trabajar duro en la grabación de su primer disco. Es un proyecto novedoso sobre música contemporánea y de compositores jóvenes. Un disco que, además de presentar música que se está haciendo actualmente, será un documento sobre la producción musical de los tiempos que corren. Los integrantes del ensamble son: Janine Jop y Elena Selasor (violines), Daniel Romo (viola), Kenji Kishi (contrabajo) y Paloma Valencia (cello). Bien por los SuperCluster. Mis mejores deseos para el éxito de este proyecto, la mejor de las vibras. Vale.

*La autora es mujer de letras sacras y profanas

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