ECONOMÍA Y POLÍTICA

¡Es un atraco!… Dicen

Por Rolando Daniels Pinto
lunes, 18 de marzo de 2019 · 00:00

 La proliferación y conjunción de la necedad, es sólo eso: Una necedad multitudinaria. Pero eso no la convierte en un acto racional.

Arcángel Rojo.

El repudio contra la instalación de estacionómetros en la zona comercial de Ensenada no es gratuito, tiene intereses clarísimos, vislumbrándose varios actores con añejas aspiraciones políticas, o electorales de cara al proceso 2019; ahí figuran algunas seudo impolutas voces conocidas por su protagonismo y otras con opiniones interesadas, mas para nada interesantes; todas ellas vertidas extemporáneamente.

Así, politizan el tema bajo el argumento falaz de perjudicar al pueblo bueno, sofisma preferido de los fútiles apóstoles del NO a todo, quienes desde su banalidad toman el camino fácil de la descalificación, negándose a un análisis racional y de fondo; anteponiendo el árbol para que no se vea el bosque.

Imperan medias verdades, como que de los supuestos 64 millones de pesos que ingresaría el concesionario – Iberparking – sólo 19 (30%), serían para las arcas municipales ¡Es un atraco! Dicen. Lo que no aclaran, es que es el 30% de los ingresos brutos, lo cual es sustancialmente mejor que repartirse las utilidades; eso es lo que hacen los socios, pero el ayuntamiento e Iberparking no lo son.

Por su parte, con el restante 70%, la empresa debe realizar la inversión adquiriendo los estacionómetros y por los cuales habrá de pagarse regalías al propietario de la patente; también, debe invertir en grúas, así como en el resto del equipo operativo y administrativo; asimismo, sufragará sueldos, impuestos renta, depreciación, etc. Y sí, también una parte son utilidades, porque es negocio privado; normal.

Mas para aclarar el beneficio de los estacionómetros para el ciudadano común, supóngase que por la avenida Ruiz existen dos locales comerciales contiguos, uno con estacionamiento exclusivo – en amarillo – y el otro sin ese servicio; también supóngase un consumidor con prisa que desea ir a consumir al negocio sin estacionamiento exclusivo y encuentra ocupado el ubicado frente a ese local.

La consecuencia presumible es que el supuesto consumidor tendría que buscar un estacionamiento libre en una zona plagada de espacios exclusivos, con escasos espacios comunes y ocupados por horas, por lo que tardaría tiempo buscando hasta encontrar un estacionamiento libre y muy alejado de su destino.

¿Cuál es la implicación de lo anterior? Primero, que el espacio exclusivo contiguo al comercio donde el consumidor desea ir, posiblemente siga libre, porque el comercio que lo paga no recibió cliente alguno; además, el consumidor invirtió tiempo buscando estacionamiento y se consumió al menos 100 mililitros de gasolina, pero también invirtió tiempo en caminar – ida y vuelta – al comercio de destino.

A precios actuales, el consumidor gastó unos dos pesos de gasolina e invirtió entre 5 y 10 minutos buscando estacionamiento y caminando para ir a realizar su compra. ¿No hubiera sido más económico y eficiente la diligencia si, gracias a los estacionómetros, el consumidor hubiera pagado $2.5 pesos por quince minutos en un estacionamiento frente al negocio que deseaba ir o uno otro mucho más cercano?

Porque aquí, no solamente debe contabilizarse el gasto en gasolina, sino también el costo del tiempo invertido buscando estacionamiento y el de caminar para realizar la compra, sobre todo cuando existe prisa; porque el tiempo tiene un costo de oportunidad, social y económicamente importante.

De seguro, los ínclitos opositores a los estacionómetros no valoran el tiempo ni propio ni ajeno, dando al traste con la bella sentencia de Renato Leduc: “Sabia virtud de conocer el tiempo…”. O quizá para ellos, al menos el tiempo de otros “no tiene la menor importancia”, como diría don Arturo de Córdova.

Y para aclarar las cosas, el regidor Jorge Camargo, ante la prensa señaló que no hubo irregularidades en la licitación, que él se abstuvo porque considera insuficiente y aislada la medida, matándole el gallo en la mano a su homologo Christian Vázquez, quien con medias verdades – y deshonestidad absoluta –realizó grilla barata, señalando falsamente que Iberparking fue “expulsada” de la ciudad de Tecate BC.

Bajo tal mentira, Christian Vázquez argumenta que la concesión otorgada por el Ayuntamiento de Ensenada es irregular en virtud de que a Iberparking le fue revocada la concesión en Tecate y por ello viola la reglamentación ensenadense; lo cierto es que la supuesta suspensión no está en firme, tanto así que la empresa ganó un amparo debiendo el Ayuntamiento de Tecate resarcirle el daño causado.

¿Eso quieren los opositores a los estacionómetros para Ensenada; que la revocación del contrato ya firmado con Iberparking implique un desembolso millonario para las arcas municipales y sin recibir beneficio alguno? ¿Cuánto aportarían Christian Vázquez y los demás opositores a los estacionómetros?

Pregúntense por qué el regido Christian Vázquez hasta ahora hace un escándalo cuando no se atrevió hacerlo en el momento oportuno con argumentos y contundencia en el seno del Cabildo, o lo hizo con vergonzosa tibieza; hoy se suma a otros intereses políticos y electorales para llevar agua a su molino.

Es cierto, los estacionómetros no aumentarán los cajones de estacionamientos, pero sí los disponibles, optimizándose su uso e impactando positivamente en la movilidad urbana; ahora bien, debe normarse para que los 19 millones de pesos anuales se destinen única y exclusivamente a la rehabilitación de vialidades, sin duda que con ese dinero se mejoraría sustancialmente la imagen urbana de Ensenada.

Se puede convenir que los estacionómetros no son la panacea y sobre la necesidad de un plan integral de movilidad urbana, pero cualquier solución que se tome incluirá la necesidad de esos dispositivos; la perversa politización del tema no abona en la búsqueda de una mejor ciudad, es presuponer que todo es corrupto porque otro lo propone, es encontrarle el problema a la solución; muy al estilo ensenadense.

rdanielspinto@hotmail.com

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