ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

La pesca prehistórica en el Alto Golfo

POR Andrea Guía Ramírez*
jueves, 11 de abril de 2019 · 00:00

En los últimos años los medios de comunicación han narrado los problemas socioambientales que se han gestado tras la instauración de la Reserva de la Biosfera del Alto Golfo de California y Delta del Colorado y la posterior designación del Área de Refugio de la vaquita marina. Ambas declaratorias se centran en la conservación de los variados ecosistemas que la integran y la protección de especies marinas en peligro de extinción, entre las que se destacan la totoaba, el cachorrito del desierto (pez endémico) y la vaquita marina. Así como la sustentabilidad de la pesca de especies de interés comercial por parte de los pescadores de la región.

Derivado de las características fisiográficas del Alto Golfo, históricamente la pesca ha sido la principal actividad en esta zona. Los registros arqueológicos dan cuenta del uso que los antiguos pobladores le dieron a los ecosistemas que lo bordean. En una excavación arqueológica realizada en la Sierra Cucapá se recuperaron numerosos restos de peces de agua dulce, que hoy están extintos en la región. Tal es el caso del matalote jorobado, la carpita elegante y la carpa gigante del Colorado, todas declaradas extintas en la zona a inicios del s. XX y cuya condición se considera de vulnerable a extremadamente crítica en territorio estadounidense donde aún quedan pequeñas poblaciones.

El registro y excavación de numerosos sitios arqueológicos a lo largo de la franja costera que corresponde a Baja California, han dejado de manifiesto la importancia de la pesca entre las comunidades de cazadores recolectores que visitaron estos ecosistemas. Restos de totoaba, curvina golfina, chano norteño y la curvina o berrugata de california son los componentes más sobresalientes en dichos depósitos. Si bien, dentro de la Reserva del Alto Golfo se ha destacado la pesca de curvina golfina por el volumen de su captura, en los depósitos arqueológicos parece no ser una de las más representadas. Por su parte, el chano norteño, cuya pesquería comercial comienza como una opción de diversificación a la actividad pesquera, que fue ganando importancia en las últimas dos décadas, y actualmente considerada una especie objetivo, es la más representa en los sitios prehistóricos. Quizás como un reflejo de su abundancia en la región o de la facilidad de su captura, con respecto a las otras especies predominantes. El hecho de que prefiera lagunas costeras, estuarios y desembocaduras de los ríos podría hacerla más susceptible a la pesca.

Por su parte, la totoaba es una de las especies que ha estado en la mira en los últimos años. No sólo por los esfuerzos de protección sino también por el surgimiento del mercado ilegal por la comercialización de su buche, considerada hoy en día como una de las actividades ilícitas más redituables en la zona. En los depósitos arqueológicos se encuentran restos de esta especie pero no suelen ser tan abundantes como los de chano norteño o la berrugata de california. En contraparte, lo destacable de los restos de totoaba es el tamaño que alcanzan algunos de sus elementos que se traducen en organismos de tallas grandes, donde los cálculos permiten estimar organismos de hasta 2 m de longitud.

Entrelazar la información arqueológica, determinar los cambios en los ecosistemas y los impactos antropogénicos, permitirá establecer líneas base para la restauración adecuada de los ecosistemas antes de ser impactados por las actividades humanas y el manejo de las pesquerías de estas especies Y quizás de esta manera mitigar un poco el conflicto que se vive hoy en día en el Alto Golfo de California.

 

* Investigadora InahBC

 

 

 

 

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