INDICADOR POLÍTICO

La última oportunidad del PRI: coalición dominante o vaciado

Por Carlos Ramírez
jueves, 11 de abril de 2019 · 00:00
A diferencia de la crisis de 1988 en que se derrumbó su voto y las derrotas del 2000 y del 2006, el escenario que se le plantea al PRI hoy tiene sólo tres pistas:

1.- Que el grupo de Enrique Peña Nieto vía José Narro Robles se quede con el partido para tener el control de las pocas candidaturas que puedan ganarse en el 2021.

2.- Que las bases gelatinosas tomen el partido sin tener ningún bloque de poder real con los mandos fácticos que influyen en las elecciones y la disputa por candidaturas haga reventar al partido en el 2021.

3.- Que el gobernador campechano Alejandro Moreno Cárdenas Alito pueda construir una nueva coalición dominante entre todas las corrientes de poder que evite la tribalización del partido, reviva el origen real del PRI como el espacio para el reparto del poder y traslade el comité central del partido a los gobernadores que tienen poder y recursos.

En 1988 Carlos Salinas de Gortari, Luis Donaldo Colosio y Manuel Camacho Solís detuvieron la debacle del partido, pero lo volvieron a perder en 1994. En 2000 el liderazgo de relevo de Roberto Madrazo Pintado evitó la desaparición del PRI, pero lo condujo a la derrota por su divisiva candidatura presidencial. En 2006 el PRI fue tomado por el gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto y lo llevó a la victoria del 2012 sobre López Obrador.

El PRI no es un partido político formal, sino que fue una coalición de intereses de los jefes de grupos revolucionarios que encontraron en esa estructura y el mando de Plutarco Elías Calles el camino para seguir evitando las matanzas por el poder político. En un ensayo sobre las razones sobre el colapso del PRI, el politólogo César Cansino encuentra tres razones: un grado débil de institucionalización, una fuerte crisis organizacional y un entorno o medio ambiente político desfavorable. Y como elemento general, un nuevo partido, Morena, que capta a los desencantados con el reparto de posiciones.

Este escenario es el que tiene el PRI de Peña Nieto frente a su debacle electoral del 2018: 7.6 millones de votos para el PRI sin coaliciones, el 13.5%; 14 senadores o 10.9% de senadores, y 47 o 9.4% de diputados. En los dos gobiernos panistas de 2000-2012, el PRI cogobernó desde su condición de primera minoría. Hoy el PRI sólo ha podido frenar algunas decisiones de la mayoría de Morena en el Senado, pero no por su escasa bancada sino por la construcción de un bloque opositor.

La única posibilidad que tiene el PRI para posicionar un punto de contención a su hecatombe es la construcción de una coalición dominante, porque Peña Nieto quiere seguir salvando su alma y no la república ni el partido y las bases carecen de cohesión para operar como militancia en un partido que nunca ha tenido militantes sino votantes acarreados.

Los tres pilares del PRI están destruidos: el sector obrero se ha olvidado de su papel histórico en la definición y defensa del proyecto popular de desarrollo y ha quedado enredado en un proceso de extinción al parecer imparable; el sector campesino sencillamente no existe, y el sector popular ha sido una estructura saqueada por liderazgos sin sentido de partido.

Las posibilidades del PRI para detener su caída radican en una dirección política que vuelva a cohesionar los pedazos de partido. La oportunidad la tuvo el sonorense Manlio Fabio Beltrones, pero no pudo asumir su autonomía relativa del proyecto de Peña Nieto y llevó al partido a la debacle de 2016. La campaña presidencial fue un desastre por la incapacidad del candidato José Antonio Meade Kuribreña para entender la política real y la sumisión del PRI. La presidencia partidista de Claudia Ruiz Massieu-Salinas de Gortari ha sido un fracaso total.

Si el PRI no se recompone con una nueva coalición dominante entre liderazgos y posiciones de poder y poderes fácticos, Morena continuará otro sexenio más en el poder. Peña pudo ganar en el 2012 porque creó una nueva coalición dominante autoritaria.

El escenario crítico del PRI no radica en la disputa entre tres opciones muy definidas que compiten por la dirección del partido, sino en la estrategia de López Obrador para convertir a Morena en un nuevo PRI y en el pirateo de priístas, perredistas y panistas.

Hasta ahora ninguno de los tres aspirantes a la presidencia del partido está pensando en los sectores del PRI desde donde podría reconstruirse una nueva estructura de poder.

El secreto del PRI lo encontró Cárdenas en 1938 con el PRM: una estructura reproductora de los sectores productivos. Si la CTM, la CNC y la CNOP sigue extinguiéndose por inanición, quien gane la presidencia del partido sólo apagará la luz.

Así se llevan: el pleito entre la líder demócrata en la Cámara baja Nancy Pelosi con la novata demócrata Alexandria Ocasio-Cortez está hundiendo al Partido Demócrata en el desprestigio. Esta semana la confrontación escaló: Pelosi criticó a Ocasio diciendo que lo que importa en política no son los seguidores en las redes --donde Ocasio tiene cientos de miles-- sino los votos en el congreso.

Política para dummies: La política es la sensibilidad para entender primero la realidad y luego tratar de desvirtuarla.

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