CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

La edad de la escritura

Por Rael Salvador
viernes, 12 de abril de 2019 · 00:00

EL CONSUELO
El salvaje orgullo de la vejez, territorio de carne y hueso donde la pasión florece como un animal incontrolable, y sólo se doma y tranquiliza con la mesura inteligente de la felicidad que proporciona la lectura y la escritura, y alguna que otra nalguita precoz, pecaminosa o fugaz.

II EL MALDITO
Pasados los desnudos y juveniles años de la inmersión en la lectura, arriba a nuestro ser la edad de la escritura. Lejos quedaron ya la arrogancia desparpajada del Poeta Maldito y el incontenible deseo de un mundo mejor; es decir, la distracción intelectual y su poderío intimidatorio dio paso a la contemplación sin adjetivos ni objetivos.

III EL AUTOENGAÑO
Quisiera creer, no como un autoengaño, que la espátula del conocimiento dejó abierta la póstula del saber, y que un gozoso revuelo de emociones alimenta el masoquismo de escribir o la tortura grata que el acto conlleva.

Bien hace en decirlo mi amigo Tryno Maldonado: “Al final del día sabes que, pase lo que pase, aunque no tengas dinero, aunque pierdas el empleo, aunque tu mujer te deje, aunque no tengas qué comer, sabes que tú seguirás ahí, necio, escribiendo y pegándole duro todos los días a las teclas del ordenador”.

Sí, uno se acostumbra y luego, con el tiempo, hasta se vuelve un tanto inamovible, sedentario y, “culoatornillado”, aprende a disfrutarlo.

IV LA CAÍDA

Un rey, como un poeta, recibe su destino.
Así como no se puede tener el hábito de la inteligencia, tampoco se puede tener el hábito de la escritura. No se puede “escribir” un libro que nos justifique el hecho de escribir… De tanta luz, la oscuridad pierde su sentido, es por eso que los Poetas se lanzan de cabeza ahí donde los putos ángeles temen asomar sus alas.

A su regreso, al igual que Shakespeare herido por la realidad, el Poeta vocifera su prédica en el corazón del fuego: “La vida no es más una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario, y después no vuelve a saberse nada de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”.

El orgasmo de la víctima.
Todas las virtudes son tan sólo vicios que se han dominado.

V TEATRO DEL MUNDO
En el teatro del mundo, en el reducido escenario de los sentidos, ese noble imperio que provee y sujeta a nuestras emociones, la acción -nuestro empuje existencial y su escritura- juega todavía en el lodo tiránico del comportamiento domesticado: lo absurdo correcto, lo político adecuado, lo sexual admitido, lo económico obsceno, lo espiritual castrado, lo traumático educacional, lo familiar estúpido...

La ideología es un molde donde el territorio vivo del mundo no encuentra acomodo. De ahí que forcemos la realidad con los infinitos lenguajes; de ahí la justificación atroz de la idea, la teoría inválida del fundamento, el metalenguaje, la geometría epiléptica del caos, la gramática lívida de la disolución y el acomodo, la formulación arbitraria, el desorden, la confusión de babel...

La diferencia entre el estudio de las ideas y las palabras es que los real es evolutivo y el lenguaje mutante.

raelart@hotmail.com
 

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