Amador…del deporte

Avenida eléctrica

Por MAO
sábado, 13 de abril de 2019 · 00:00

Uno de estos días, mientras aguardaba a que abrieran una institución bancaria, te recorrí con detenimiento. Créeme, no te tenía en la lista de espera, y mucho menos que fueras candidata a dedicarte unas líneas y aparte, cómo relacionarte con el deporte.

Hasta el momento y en el tiempo que tiene esta columna, cierto que hemos hablado de lugares, personas, equipos, eventos netamente deportivos, pero tú ¿qué podrías aportarme?

Y ahí fue cuando, como aquella canción de José Alfredo interpretada por el ídolo de El Guamuchil, te fuiste metiendo a mi mente, despacito, muy despacito, dándome parte de tu historia, claro, la que te relaciona con el deporte.

Y así fue como lograste sacar partido y solicitar un espacio en este prestigioso diario en su edición sabatina.

Me dijiste “tú solo acomódate frente al teclado y yo te iré dictando”. Y aquí vamos. Por tu ubicación, considero que llegaste tiempo después de la creación de este puerto del Pacifico, ya que como todos sabemos la entrada principal a esta ciudad fue, por muchos años, por el cerro de El Vigía; quienes te vieron nacer o en este caso, te trazaron, consideraron que serias de una de las arterias principales de lo que una vez fue capital de este territorio.

Y como ya había cuatro antes que tú, imagino que habrían de bautizarte como la calle Quinta. Cuando te conocí portabas el estandarte de ser una de las principales avenidas de Ensenada, conocida como la Juárez y fue entonces que por eso demandaste tu espacio, ya que a mediados de los 70´s disfrutábamos de la algarabía de la gente que se agolpaba por tus entre calles, cada 20 de Noviembre en aquel fastuoso desfile de la Revolución, formada por contingentes donde el eje rector era el deporte.

Pentatlonistas, clubes deportivos, escuelas de educación media y superior eran esperados ansiosos por la muchedumbre para ver sus ejecuciones, haciendo pirámides, saltos acrobáticos, entre otras vistosas muestras de atletismo; todas ellas acompañadas por sus respectivas bandas de guerra.

Era una fiesta esperada y tú te regodeabas de ser quien por tu amplia avenida, albergabas a millares de gente en una fiesta deportiva.

Por eso exigiste espacio, porque tanto mis antecesores y sucesores en el tiempo, así como los de mi generación, los que llegaron a brillar en el deporte, en su gran mayoría, debieron de haber participado en uno de esos desfiles, que hoy tanto se añoran, y no por las batallas campales que protagonizaban algunas escuelas secundarias al termino del mismo, sino porque ya no tiene ese desfile la euforia, la mística, la expectación que produce el deporte.

Muy pocos edificios de aquellos años se mantienen por tu calle, se ha perdido esa electricidad que transmitías cuando los contingentes te saludaban a su paso.

Solo te queda adoptar la postura de aquella famosa puerta en la capital española “ahí está viendo pasar el tiempo”, la que fuera la avenida más electrizante y mágica, la que añorábamos cada año transitar para ser vitoreados por el público.

Quédate con tus recuerdos mientras yo te evoco, mientras escucho la versión de Eddy Grant. Hasta siempre, a ti que fuiste la alfombra roja del deporte por excelencia.

 

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