ALGO MÁS QUE PALABRAS

Políticas más poéticas

Por Víctor Corcoba Herrero*
jueves, 18 de abril de 2019 · 00:00

Me gusta que se hable de inclusión y sostenibilidad, de escucha y consideración hacia toda vida, de nuevos itinerarios y de multiplicidad de alientos, de nuevas propuestas y de un espíritu solidario universalista, planetario y sin fronteras, que nos globalice y fraternice. Este avance si me parece rompedor, distinto a lo vivido hasta ahora, pues ya no se habla sólo de crecimiento material, sino también de otras dimensiones de integración social e incluso de conversión ecológica, de transformación de sistemas verdaderamente irracionales y explotadores, tanto con la naturaleza paisajística como con los propios seres humanos.

Por tanto, se requieren de otras políticas más poéticas, es decir, más auténticas, aglutinadoras y condescendientes con todos, con menos intereses monetarios y más capacidad de asistencia, con medidas concretas al movimiento de las gentes y al clamor de nuestra casa común.

Sabemos que, en los últimos 20 años, la Unión Europea ha implementado algunos de los estándares de asilo más altos del mundo; y, que en los dos años finales, la política migratoria europeísta ha avanzado a pasos agigantados con la Agenda Europea sobre Migración propuesta por la Comisión Juncker en mayo de 2015.

Poco a poco, está surgiendo, por todos los pueblos, una visión más solidaria y de mayor unidad en cuestiones de migración; pero aún queda mucho trabajo por hacer. Muchas veces nos falta activar una acogida responsable y digna. Son estas noticias, de promoción humana y de respeto por el hábitat, las que nos esperanzan y favorecen el encuentro entre unos y otros. A mi juicio, es un deber de la propia civilización contribuir a ese vínculo de concurrencias e intercambio de mundologías. Avanzaremos todos en definitiva.

A propósito, también me quedo con la reciente llamada de atención al mundo, de Michelle Bachelet (Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos), en la que aseguró que la desigualdad es una moneda corriente en todo el planeta ya que “incluso en los Estados prósperos las personas se sienten excluidas de los beneficios del desarrollo y privadas de sus derechos económicos y sociales lo que conduce a la alienación, el malestar y, a veces, a la violencia”. Esto es lo grave.

Ojalá activemos la ética en nuestros compromisos y las actitudes de los diversos gobiernos se interconecten para un desarrollo más equitativo y justo. Sin duda, el principio cardinal de todos los dirigentes ha de ser de servicio, y no de servirse de la sociedad para su lucro personal y partidista, poniendo transparencia en sus acciones y escucha en la voz de los pueblos. Ya está bien de avivar políticas guerreras e injustas, corruptas a más no poder, que lo único que fermentan son divisiones y fanatismos, alimentando la carrera de armamentos y pisoteando el sosiego que todos nos merecemos.

Desde luego, en todas las naciones los desafíos son complejos y tienen múltiples causas, lo que exigen respuestas colectivas, respetuosas con toda esa diversidad.

*Escritor
corcoba@telefonica.net

 

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