DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

Sarampión

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 18 de abril de 2019 · 00:00

Se trata de una de tantas enfermedades exantemáticas propias de la infancia, de las cuales “La viruela” fue la más letal de todas, que gracias a la vacunación, en 1980 se certificó su erradicación. El Sarampión le ha seguido en orden de importancia, ya que es una enfermedad altamente contagiosa, de evolución tórpida en especial en pacientes con mala inmunidad o mal nutridos, de los cuales, actualmente hay y muchos.

Como todas las enfermedades virales, tiene un periodo de incubación entre 4 a 12 días, a lo que es seguido un cuadro febril elevado que suele durar, en el mejor de los casos, 7 a 10 días, acompañado de un sarpullido progresivo, de inicio en el cráneo, cara y paulatinamente va descendiendo a todo el cuerpo y abarca hasta los pies. Es una enfermedad que abate; se acompaña de debilidad, fatiga, malestar general y muy comúnmente suele complicarse con diarrea, deshidratación, neumonía, encefalitis, lesiones oculares y no es nada raro las secuelas auditivas. Y aunque es una enfermedad propia de la infancia, actualmente los adultos la están presentando, en los cuales, la evolución es más tórpida, delicada y complicada.

Antes de que la vacuna se introdujera en 1963 y se generalizara su uso, cada 2-3 años se registraban importantes epidemias de sarampión que llegaban a causar cerca de dos millones de muertes al año. Se estima que entre 2000 y 2016, la vacuna contra el sarampión evitó unos 20.4 millones de muertes, lo que la convierte en una de las mejores inversiones en salud pública, sin embargo y gracias al Dr. Andrew Wakefield en 1988 por un interés económico (le pagaron para ello) trató de relacionar el autismo con la aplicación de la vacuna contra el sarampión, en tan solo 12 pacientes. Aquí nacen los grupos antivacunas que en la actualidad y por el apoyo de las redes sociales en abril del 2019, la Organización Mundial de La Salud cataloga a los movimientos anti- vacuna, como uno de los 10 principales que ponen en riesgo a la humanidad, similar al calentamiento global y la contaminación ambiental.

En marzo de 2019 un grupo de Dinamarca publicó un estudio efectuado en 657,461 niños nacidos entre el 1 de enero de 1999 y el 31 de diciembre de 2010, los cuales recibieron dos dosis de la vacuna contra sarampión, rubéola y parotiditis; ninguna contenía timerosal, y con el cual descartaron toda posible relación entre dicha vacuna y el autismo, pero el daño que inició aquel personaje y que los grupos “antivacunas” se encargaron de pulular entre la población, han ocasionado las emergencias que hoy vivimos.

Se considera que en los últimos tres años se han multiplicado por más de diez los casos registrados. En enero 2017, la Comunidad Europea reportó 500 casos de Sarampión, durante el 2018, registraron 82,600 casos de sarampión y más de 70 muertes. La OMS reportó durante el 2018, 229 mil casos de sarampión en todo el planeta, aunque podrían existir miles más que no se notifican. El 26 de enero del 2019, el estado de Washington declaró estado de emergencia sanitaria debido a un brote de sarampión que ha afectado desde el 1 de enero a unas 30 personas en un condado con bajas tasas de vacunación y hasta el 4 de abril de 2019, se confirmaron 465 casos individuales de sarampión en 19 estados, siendo éste, el segundo mayor número de casos reportados en los Estados Unidos, desde que se había eliminado el Sarampión en el año 2000.

En 2018, Brasil notificó la ocurrencia de 10,274 y Venezuela notificó un total de 5,643, sin embargo, este último con mucho mayor mortalidad. En México, la última epidemia de Sarampión ocurrió en 1989-1990 reportándose 89,163 casos. En el periodo de 2000 a 2019 se han identificado 185 casos importados o asociados a importación, entre ellos se encuentra Baja California, en el cual estamos en riesgo potencial debido a nuestra cercanía con California y alto tránsito que hay a través de nuestra extensa y muy concurrida frontera.

Hoy están más en riesgo los adultos que los niños, los cuales deben recibir sus dosis al uno y seis años de edad, con un refuerzo a los 12 años, sin embargo, muchos adultos no recibieron más que una o si acaso dos vacunas, es por lo que hoy por hoy está sumamente justificado que el adulto reciba una dosis de dicha vacuna, independientemente de su edad.

Los que viajan, están en mayor riesgo y ellos serán los que nos importen la enfermedad y pongan en peligro a nuestros pequeños ¡Así de que mis queridos chinchulines, a vacunarse se ha dicho!

*El autor es médico pediatra

sicardi53@gmail.com
 

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