Los científicos en la red

Escribí en una aplicación de las redes sociales que “es triste que carezcamos de una cultura científica, pero es más triste que quienes la tienen carezcan de una cultura política”.

“Los científicos deberíamos aprender a comunicarnos con los políticos para poderles demostrar que hay beneficios para ellos cuando se promueve el desarrollo de la ciencia y la tecnología”, me comentó un astrofísico ensenadense.

Sin embargo, una cultura política implicaría conocer cuáles son las ideas en la Política, en qué contexto histórico y social surgieron, desmenuzar la esencia de la falsa dicotomía “neoliberalismo” – “populismo”, cuando la prensa internacional nos da cuenta del hartazgo de los ciudadanos en todo el planeta por sus mermadas condiciones de vida y el voraz enriquecimiento de unos cuantos.

Hay carencia de una cultura política también cuando, teniendo poderosas herramientas como la física o la evolución, no vemos de su parte una explicación de las trampas de la “plusvalía” frente a la termodinámica; con la teoría de la evolución cuán insostenible es culpar a los migrantes, o el mayor derecho de un pueblo sobre las tierras a costa de otro pueblo, que el éxito económico es incompatible con la salud del planeta.

Es carencia de una cultura política no haber vislumbrado, más allá de “chairos” y “fifís”, que el 1° de julio de 2018 la ciudadanía abrió una falla gigantesca para, por fin, construir una política científica de Estado en México lo suficientemente consistente para sobrevivir a cualquier color de gobierno. “La comunidad científica erró el camino cuando confundió ser objetivo con ser apolítico y cuando confundió libertad de investigación con renunciar a ser ciudadanos”, apostilló una doctora en filosofía de la ciencia.

Varios de ellos, muy brillantes en su disciplina, se han enganchado en “memes” con la única aportación de “asco”, “terrible”, un amplio repertorio de majaderías, ¡pero ninguna idea consistente, de su parte! El Foro Consultivo Científico y Tecnológico (amenazado con su desaparición) hizo un esfuerzo por abrir la discusión para una política científica en foros nacionales y estatales. No los vimos participando (unos cuantos nada más). “Es lamentable (su no participación) porque es el modo perfecto para destruir cualquier posibilidad de revolución”, agregó la filósofa.

También subí “la ciencia es el partido de la humanidad que trasciende a los Estados, pero no se lo digan a nadie, ¡ni a los científicos!, porque se puede echar a perder”. Algunos corrigen muy doctos si Albert Einstein dijo, postuló o no la existencia de los agujeros negros, pero no abrevan en las lecturas de “el tío Alberto”, que devoraba escritos de Baruch de Spinoza: “los humanos descubrieron la primera regla de sobrevivencia: la naturaleza tiene reglas. Y en la medida que las han desentrañado dependen menos de la esperanza para enfrentar el miedo. Desde entonces ninguna de sus decisiones ha sido la mejor, sino la menos mala”, porque no sabemos qué nuevo reto nos ha de imponer”.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

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