Ajedrez público

Reprobación

Por Alfonso Torres Chávez*
sábado, 27 de abril de 2019 · 00:00

Si antes nos quejábamos de que los menores no aprendieran lo suficiente en el nivel básico, ahora ya tenemos elementos.

Con la reforma educativa que fue impulsada por el gobierno anterior, basta con que el niño acuda a clases todos los días para aprobar con independencia de su nivel de aprendizaje.

Sin ser experto en temas de pedagogía, lo que sí es posible afirmar que nuestro modelo educativo no resiste un análisis serio.

La currícula escolar se ha reducido con el paso del tiempo, de tal suerte que quienes alcanzan nivel superior lo hacen en algunas ocasiones de forma muy deficiente.

Algunos estudiantes no saben lo que es una síntesis, un resumen y un ensayo, aunque entre los tres hay diferencias de contenido.

La formación educativa que se da en promedio –si no se refuerza durante la vida estudiantil- tendrá sus efectos en el momento en que se ingrese a nivel superior.

Las escuelas tienen en los maestros esas armas que necesitan los jóvenes.

Un maestro excelente es aquel que impulsa el conocimiento de sus alumnos.

Un muy querido maestro decía que con el paso del tiempo el modelo educativo mexicano nos había convertido en un país de reprobados.

Y no lo dudo. No quiero decir que no haya personas con una gran capacidad, pero si hacemos un promedio existen miles de estudiantes que presentan deficiencias durante el curso de una carrera profesional.

La universidad es en mucho, amplias y profundas horas de lectura.

Pero los estudiantes de hoy –salvo excepciones desde luego- ya no quieren leer, no quieren escribir, quieren que el profesor resuelva todos los problemas que son atinentes a ellos.

Hay que decirlo con todas sus letras: el profesor no es Dios. Si un tema se desarrolla en clase los estudiantes deben leer e investigar.

Pero la realidad es que los alumnos utilizan las bases de datos de internet de forma incorrecta: si se les pide una tarea consultan Wikipedia y eso es todo lo que el profesor encuentra en la bibliografía, pero, además, ni siquiera confirman si la información es correcta.

Y vamos más allá: no la leen.

Imposible es desde luego generalizar pues siempre hay mentes brillantes en clase, pero la realidad es que la responsabilidad es del estudiante.

Hasta la próxima.

 

alfonsororr@gmail.com

*Catedrático en Derecho en Universidad Vizcaya de las Américas

 

 

 

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