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Democracia bajo amenaza

Por: Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla*
lunes, 29 de abril de 2019 · 00:00

Casi al cumplir 150 días de haber asumido al poder, el nuevo régimen tiene la responsabilidad de demostrar que los ideales de la izquierda pueden ser implementados para crear sociedades más justas. El presidente Andrés Manuel López Obrador, está concentrando sistemáticamente el poder en un ejecutivo de por sí, ya fuerte y esto provoca que  hoy en día,  la democracia de México,  está bajo amenaza. 


En los últimos 10 años, una ola de gobiernos de izquierda avanzó por nuestro continente a causa del daño hecho por años de políticas neoliberales en la región. Así fue que Chávez, Lula, los Kirchner, Evo y otros tantos llegaron al poder. La ilusión y las políticas del inicio de sus mandatos fueron ensombrecidas eventualmente por los mismos males: la corrupción, el autoritarismo, la falta de crecimiento, entre otros.


Desde el principio de su administración, Andrés Manuel, ha desmejorado las normas democráticas: contrapesos y equilibrios.


A pesar de controlar una mayoría constitucional en la Cámara de Diputados y una mayoría considerable en el Senado, a menudo ha optado por trabajar fuera del proceso legislativo formal. En cambio, ha confiado en cuestionadas consultas públicas, que muestrean grupos pequeños, en lugares muy localizados y con sesgo, para justificar suspensión de mega proyectos ya iniciados, establecer políticas agrícolas, impulsar las pensiones, autorizar proyectos de infraestructura que carecen de estudio y crear becas.


Ha arremetido contra los magistrados judiciales. Rápidamente se movió para recortar los salarios de los Jueces y tomar el control de las evaluaciones y promociones de los funcionarios judiciales. El mes pasado, el Senado de la República eligió a Yasmín Esquivel Mossa, esposa del empresario José María Riobóo, contratista del Presidente Andrés Manuel López Obrador, como nueva Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para los próximos 15 años. 


Además la ha agarrado por su cuenta en contra de  varios organismos autónomos, recortándoles presupuestos; al Instituto Nacional Electoral, al Instituto Nacional de Transparencia y muchos otros reguladores sectoriales. Ha estado cerrando guarderías y refugios para mujeres abusadas, porque había corrupción. Está utilizando el púlpito diariamente (“mañaneras”), para denostar personajes incómodos y a periodistas que  han osado criticarlo. Ha remitido a la autoridad fiscal para perseguir a los comisionados que se han atrevido a cuestionar sus nominaciones de candidatos no calificados para ocupar comisiones técnicas y sólo hace unos días, el de permitir la licitación para otorgar grandes contratos a personas que tienen algún tipo de relación con el mismo.


Esta toma de poder se ha complementado con el sacrificio de una reforma educativa, que no tenía todo mal, para ganar la lealtad de un sindicato de maestros que tiene más de un millón de personas. Está repartiendo a manos llenas: mensualidades para casi 10 millones de jubilados, más de 5 millones de estudiantes, otros 2 millones de jóvenes y 4 millones de personas discapacitadas.

Incluso se está acercando peligrosamente a los militares, dejando de lado su retórica de campaña, entregando la seguridad nacional a una guardia nacional militarizada.


Andrés Manuel llegó al poder por el malestar popular: sociedad cansada de la corrupción de sus gobernantes; la ineficacia de la administración y la inseguridad y violencia que vivimos en las calles. La diferencia con gobiernos anteriores, es cómo responde a estas exigencias. ¿Está el camino de la militarización de la seguridad o el de la profesionalización de la justicia civil?; ¿el de la explotación medioambiental o el desarrollo sostenible?; ¿el de la agenda anti-derechos o del avance del progresismo?; ¿el de mantener privilegios o tener sociedades más equitativas?


El gobierno de AMLO tiene que avanzar con una agenda progresista y observando las normas democráticas, que lleve hacia adelante el país al tiempo que reduzca las inequidades que tanto nos han limitado por décadas. No es una tarea fácil. Difícilmente dará gusto a todo el mundo, pero la nueva izquierda global necesita un horizonte hacia dónde avanzar. Andrés Manuel no tiene derecho a fallarnos.

*Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste, A. C.
andale941@gmail.com
 

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