LA MARAÑA CÓSMICA

Una ciencia que se acerque a nuestra vida

Por: Rolando Ísita Tornell*
lunes, 29 de abril de 2019 · 00:00

 

Las aguas agitadas entre la comunidad científica y la titular de la entidad pública del Estado responsable de la investigación científica parecen haber bajado de nivel. Asimismo, las instituciones de apoyo y asesoría al poder Ejecutivo sobre ciencia, como el Consejo Consultivo de Ciencia (CCC) y el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCT), que involucra en su estructura a universidades, sociedades científicas y sectores productivos, han continuado sus funciones, no obstante, existir alguna propuesta explícita de su desaparición. 


De hecho, la coordinadora del FCCT, la física Julia Tagüeña, ha realizado un encomiable esfuerzo por reunir a la comunidad académica en foros y conversatorios en los Estados de la República y en la CDMX, en algunos con la presencia de la titular del Conacyt.


Cabe anotar que ninguno de los signos de advertencia plasmados en el discutible proyecto de Ley sobre ciencia, tramitado en el Legislativo por la senadora Ana Lilia Rivera, pueden efectuarse en tanto los legisladores no discutan y, en su caso, modifiquen y aprueben la Ley. Se cuenta con la promesa pública del senador Ricardo Monreal, en su carácter de presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, de que no habrá cambios en dicha Ley sin antes escuchar a los profesionales de la investigación científica.


Mientras tanto, la cátedras Conacyt, mediante las cuales se ha paliado el viejo problema de la falta de plazas académicas para investigadores en las universidades y centros de investigación, no han desaparecido; asimismo Conacyt ha lanzado ya la convocatoria 2019 para proyectos de apropiación social del conocimiento (para referirse a la comunicación pública de la ciencia).


Todo este “affair” ha sacudido a la comunidad científica, expuso la necesidad de que los investigadores se involucren en los asuntos políticos que les afectan y adquieran madurez política. 


Esta polémica ha puesto sobre la mesa la necesidad de que los institutos y centros de investigación científica incorporen dentro de sus funciones oficinas de comunicación pública de tiempo completo, que no sólo informen al público los avances de sus investigaciones (lo cual es fundamental pero no con la frecuencia mediática necesaria), sino que además incorporen narrativas épicas de su existencia, de su disciplina, sus proyectos estratégicos, de oportunidad, sus instrumentos y laboratorios; que promuevan conferencias, conversatorios, talleres, estancias, cine debates, festivales, visitas guiadas; que participen en los debates y polémicas de interés para la opinión pública.


La expresión e inquietud social por los cambios que se avecinan, requerimos de la ciencia su manera de ver, pensar y conocer confiable. Que es un patrimonio de la humanidad para el desarrollo y el bienestar social, que combate los prejuicios, las supercherías, las exclusiones, la magia y las pseudociencias engañosas; que tiene sustento en la Constitución Política donde se establece el derecho a la educación de toda persona, que será laica, ajena a cualquier doctrina religiosa, y el criterio que la orientará se basará en los resultados del progreso científico.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada
risita@dgdc.unam.mx
 

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