DESDE LA PLAZA SANTO TOMÁS

Lo que sucedió mañana – año 2026- mes de mayo

Por: Ricardo Harte*
lunes, 20 de mayo de 2019 · 00:00

Don Sebastián caminó con calma, casi con desgano, las cuadras que lo separaban de la Plaza Santo Tomás.

Era una distancia enormemente grande.
Las tres cuadras parecían kilómetros en arena floja y los metros se iban pegando a sus pies cargando cada paso con los kilos de todo aquello que no se quiere hacer.

Desde Febrero que no pisaba el lugar.
Había decidido hacer un alto en la melodía meteórica de la Plaza (que mantenía siempre un ritmo Andante casi frenético…), por un adagio, lento, reflexivo, para capturar melancolías nutritivas y memorias olvidadas de tardes domingueras de lluvias lentas.

Regresó a tristezas que inspiran, que lo envolvían en nubes reconfortantes, protectoras, solitarias y reconstructivas.

Añoranzas de tiempos diferentes, de anhelos genuinos.

Le hizo bien. Se sentía con nuevas fuerzas, pero enfrentarse a la amorosa trivialidad de la cotidianeidad lo costaba, todavía, un poco.

Ya estaba por llegar, por regresar a esos espacios que tanto significado tenían.

En el fondo, deseaba reencontrarse con sus amigos y amigas.

Restablecer aquellos diálogos entretenidos, sobre la existencia de la adolescencia, del costo y calidad de los jitomates del mercado de artesanías, sobre la viabilidad de los conciertos juveniles, sobre las diferencias generacionales, etc. etc. etc.

El umbral de la Plaza seguía siendo la frontera entre los bocinazos, arrancones, frenados y láminas sacudidas del tráfico de la zona y en un ambiente armónico, casi campirano, que seguía existiendo, para tranquilidad de D. Sebas, en la Plaza.

-“¡¡¡DON SEBAS!!!!!” se oyó el grito despiadado por toda la Plaza.

-“Hola Doña Elsa” pudo, tímidamente, contestar D. Sebas.

-¿Se puede saber dónde andaba?¿Por qué no venía?¿Sabe usted lo preocupados que estábamos? ¡Ya creíamos que algo feo le habíamos hecho!”, ametrallaba D. Elsa, brazos en jarra, mientras, muy enhiesta su diminuta figura lo desafiaba a que aclarara en segundos las interminables horas de su ausencia.

-“Es que…”- D. Sebas se dio cuenta de que no había preparado ninguna explicación plausible para su voluntario retiro y si no se ponía listo, lo iban a arrasar con reclamos de todo tipo- “Mire…estuve un poco enfermo. Además, mucho trabajo. Necesitaba retirarme un poco y pensar las cosas con más perspectivas…”.

-“¡Claro!¡Por supuesto!¡Y a nosotros que nos parta el rayo! ¿Verdad? Porque usted muy despreocupado se desaparece tres meses y nosotros aquí pensando que algo le había pasado”- continuó Doña Elsa.

Don Sebas se dio cuenta que lo mejor era no defenderse. La batería retórica de D. Elsa era irreductible. Más que pedir explicaciones, ella necesitaba desahogarse.

Y lo hizo. Con frenesí, con saña.
Don Sebas pensaba que esto no se acababa. Todavía faltaba Doña Julia!!!

En eso se acercó Mercedes, con una enorme sonrisa, que vaticinaba otra actitud, menos reclamante, más cordial.

-“¡Mi querido Don Sebas! Lo extrañamos mucho. ¡Qué alegría verlo y verlo bien, tenerlo otra vez por estos rumbos!”.

-“Hola Mercedes!! ¿Cómo está? Pues aquí me ve. Estuve un tiempito abocado a urgencias de mi trabajo y de mi alma”.

-“¿De su alma? Cuénteme Don Sebas”.
D. Elsa guardó silencio, en parte porque ya había agotado sus reclamos y en parte porque la pregunta de Mercedes le interesó. Seguramente sería una información preciosísima para compartir con sus amigas en el salón de belleza.

-“Pues…Así es. A veces hay que hacer un alto en eso de “se hace camino al andar…”, para ver si el camino hecho era el camino soñado cuando los sueños todavía eran jóvenes.

Sueños jóvenes de jóvenes soñadores. Suena bien ¿no? Bueno, el tema es que, además de que me cayó mucho trabajo, mis signos vitales espirituales me indicaron que debía entrar a una terapia de revisión”.

-“¿Y qué pasó?¿Cuál fue el resultado?”.
-“Pues Mercedes… qué le digo. Aquí estoy ¿no? Les iré contando”.

Linda, la tarde bailaba otra vez con las primeras sombras de la noche.

*Arquitecto y académico. Nació en Uruguay y hace más de 40 años que reside en México ricardoharte@yahoo.com.mx
 

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