LA BRÚJULA

Reflexiones sobre las marchas de protesta

Por: Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 20 de mayo de 2019 · 00:00

Hemos sido testigos a través de los medios de comunicación o personalmente, de la gran cantidad de protestas que, ciudadanos y organizaciones, llevan a cabo para expresarle al gobierno su postura frente a problemas de muy diversa índole.

Es o debería ser obligación de los gobiernos de los tres órdenes, dar respuesta y no sólo decir: “Me pongo muy contento porque protesten, eso es propio en las democracias y…punto”. Ya sea un solo ciudadano, o una multitud arrolladora, ambos deben recibir por parte de los gobiernos las respuestas correspondientes a sus peticiones etc., que pudieran ser a favor o en contra de ellos.

Lo deseable es que las marchas sean ordenadas, civilizadas y que la respuesta de las guardias igualmente.

En España he visto marchas muy civilizadas y respuesta por parte de las autoridades igualmente. Sin embargo, y lamentablemente en Francia he visto marchas de protesta de los llamados chalecos amarillos muy violentas y destructoras y reacción por parte de las autoridades con un tono semejante.

Nuestro país en ocasiones no se queda atrás y vemos cómo se daña libertad de tránsito y la propiedad privada de muchos ciudadanos injustificadamente.

Los políticos son cómo los sismógrafos: Si los manifestantes son muchísimos el sismógrafo político se pone a temblar (vibrar) mucho; Si son pocos hasta risa les da.

Deberíamos vivir la cultura de manifestarnos con mucho orden no afectando derechos de terceros y respetando la propiedad privada.

Los gobiernos por ley deberían recibir a una comisión que represente a los manifestantes, escuchar sus planteamientos y dar respuestas adecuadas y respetuosas.

El pueblo es el mandante y el gobernante el mandatario, es decir un representante que debe saber escuchar la voluntad de los ciudadanos.

El ciudadano nunca debe ser objeto de burla de las autoridades de todos los niveles, quienes tienen la obligación de respetar y dignificar su investidura.

Los ciudadanos por su parte también deben darle su lugar a sus representantes, asumir actitudes respetuosas para que ambas partes contribuyan a la maduración de la democracia y al Estado de derecho que es el marco dentro del cual debemos movernos.

El mundo cada día se está polarizando más y lejos de sentirnos orgullosos de nuestras autoridades y ciudadanos, una atmosfera de insensatez, de desprecio por el otro, de división y egoísmo está provocando que solo veamos por nuestros intereses, y no por el Bien Común, por el respeto a los derechos de los demás y busquemos el camino de la solidaridad por el bien de nuestra nación.

La persona humana no es perfecta, es perfectible y esto lo debe entender el político como lo entendería un verdadero estadista y estar dispuestos a corregir el rumbo cuando se equivoquen. El hacerlo, lejos de disminuirlos los engrandece.

Hay que voltear al pasado reflexionar sobre la verdadera historia y puestos los pies sobre la tierra recordar que el día de mañana también serán juzgados. Lo importante no es solo llegar sino terminar exitosamente y con la frente en alto.

¡Pobre mi México! ¿Seremos agachones, oportunistas e indignos de ti o seremos capaces de poner tu lugar muy en alto en el concierto de las naciones?

¿Seremos capaces de dejarle a la siguiente generación un México digno? o ¿Dejaremos que siga ocupando los últimos lugares y su imagen se vaya deteriorando día a día?

¿Seremos capaces de impulsarlo a la modernidad dándole oportunidad a tanto talento que tenemos congelado para dejar que la mediocridad siga llevando las riendas carentes de brújula y destino?

¡Pobre México con tanta verborrea insulsa! ¿Tendremos un Congreso digno de ti?,¿Los partidos saldrán de la mediocridad, se cohesionaran? o seguiremos viendo la desbandada de los incongruentes incapaces de mantener el rumbo cuando hay tempestades?

El entreguismo, la falta de valores, el echar por la borda del precipicio la ética, la falta de rumbo. Todo ello y más nos precipitará al abismo….


 

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