Amador…del deporte

Un deporte como regalo

Por MAO
sábado, 13 de julio de 2019 · 00:00

¡Hola amigos! Dijera el de las cápsulas, que se regodea de hacerlas sobre sus deportes favoritos, esos que están relacionados con bolas, strikes y outs.

Y enfundado dentro de su ser, acompañándolo a donde quiera que se traslada, veo que me invita a salirme un poco de la zona de confort, para evocar a una figura que también acaparó su atención por allá en los lejanos setentas.

De entrada, un deporte que en su vida ni practicó, pero como veía que hacían swing sus protagonistas, creyó que le sería fácil; recuerdo que una vez que lo llevaron a Bajamar le dieron la oportunidad de golpear la pelota y ya andaba descalabrando a más de uno.

Pero como todo un amador del deporte, estaba pendiente de todo acontecimiento deportivo y me llamaba la atención el nombre de este golfista porque eran escasos los nombres latinos en una larga lista de competidores, en su mayoría anglosajones.

Había otro con apellido latino, Treviño, mas luego supe que no era tan mexicano como los nopales y no me llamaba la atención seguir sus actuaciones y menos que le quitara la tilde a la n. Mas el de Tijuana llegó a convertirse en un héroe para mí, ya que solo contra el mundo, procuraba sacar la cara por nuestra región y nuestro país, y en los tiempos de los monstruos como Nicklaus, Palmer, Watson, Norman entre otros, no pedía ni daba cuartel.

Poco a poco iba entiendo la estadística de este deporte y se me hacia curioso al principio que entre más negativo haya sido tu numero de golpes, mejor clasificado estabas, cosa que con el tiempo fui comprendiendo.

Con dos torneos dentro del tour de la PGA ganados en su carrera, se convertiría en el primer mexicano en hacerlo en la historia (el primero en 1974). Y como olvidar aquel PGA Championship del 84’ cuando terminó empatado en décimo, el mejor logro en su carrera dentro de uno de los torneos considerados de los cuatro grandes.

Después de don Víctor llegaría la figura del mexicalense Toledo y algo más reciente y para establecerse como una reina del golf, Lorena Ochoa. Pero a Regalado nadie le regaló nada, o quizás sí, Dios, quien le dio la destreza y la disciplina para mantenerse en los primeros niveles desde su debut en 1971.

Gracias a usted don Víctor, residente de la ciudad más fina de Estados Unidos, le debo el gusto por presenciar el golf hasta el día de hoy, al grado de emocionarme por las “águilas” y los “pajaritos”, así como el miedo que me dan los “espectros” (quien sabe de golf sabrá descifrar los términos).

Señor Regalado desde aquí mi reconocimiento por haber sido una persona que estuvo a la “par” con quienes siguieron de cerca su trayectoria, y que hasta el día de hoy se muestra amable y dispuesto siempre a pisar el “green” de la amistad sincera, de la misma manera que atacaba al hoyo 18.

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