LA TURICATA

El cine nacional

Por José Carrillo Cedillo
miércoles, 17 de julio de 2019 · 00:00

Mi vida abarca muchos años de ver y en muchas ocasiones disfrutar, las grandes películas nacionales, la razón es que la vecindad donde nací, enfrente, cruzando la calle, estaba el cine Cervantes, el típico cine de barriada, con un gran lunetario y su galería. Así que puedo platicar algunos relatos en mi relación con él.

Eran películas en blanco y negro en pantalla cuadrada y recuerdo horrendos churros pero también buenas e inolvidables cintas, con actrices y actores que dejaron huella impresa para mucho tiempo. Viví la época de oro donde la producción cinematográfica nacional, ocupaba el primer lugar en el mercado de Latinoamérica e imponía modas y estilos.

Dentro de esa época se encuentran las cintas que integran el llamado cine de rumberas. El iniciador de este género fue Juan Orol, un español que vivió desde niño en Cuba y llego a México con la intención de hacer cine, acompañado de su esposa cubana, María Antonieta Pons, Maritoña como le decían, fue la primera que filmó bajo la dirección de su marido, el cual no se esperaba el éxito de su producción, como respuesta, surgieron un número considerable de rumberas en otras películas con otros directores. De todas ellas la crítica especializada reconoce sólo a cinco que tenían su estilo propio, lo cual las diferenciaba de las otras. Ellas son: Maritoña Pons, Mercedes Barba, Ninón Sevilla, Amalia Aguilar y Rosa Carmina, también esposa de Juan Orol, ya que Maritoña se casó con otro director de nombre Ramón Armengol.

Todas ellas tienen sus respectivas películas donde rumbean. Las historias se basaban en contar las tragedias de mujeres pobres y bellas que tenían que sufrir la explotación de sus cuerpos a cambio de dinero y desde luego tenían que bailar, se llamaban rumberas porque bailaban el ritmo antillano de la rumba, el que pasando el tiempo fue borrado por otros ritmos, como el mambo y el cha- cha-chá.

El periodista Fernando Muñoz Castillo en un artículo en 1993, las bautizó como LAS REINAS DEL TRÓPICO. El género adquirió tal importancia a nivel mundial que el crítico y director de cine francés Francois Truffaut le dedicó sendos artículos de fondo exponiendo que era un cine sólo mexicano, que no tenía parangón en ningún país que hiciera cine. Este género abarrotaba el cine Cervantes y era un soberbio regalo para un adolescente de ese tiempo, como éste servidor. Recuerdo varias películas cuyos títulos se me escapan, pero sí recuerdo HUMO EN LOS OJOS, título de la canción de Agustín Lara interpretada magistralmente por el señor Antonio Badú y su increíble timbre de voz, actuada (bailada, mejor dicho), por mi novia de ese entonces, doña Mercedes Barba, unas de las mejores piernas del cine nacional. Pero debo consignar que para hacerle justicia a don Juan Orol, subrayo que él fue el padre, pero siguió filmando películas con otros temas, eran tan malas que se convirtió en un estilo que se estudiaba en la escuela de cine de París.

En una ocasión, en un canal cultural, se le dedicó un programa al que fue obviamente invitado junto a varios comentaristas y críticos de cine, uno de ellos se lució haciendo un sesudo análisis y entre otras cosas, dijo que las películas de Juan Orol estaban inscritas dentro de la corriente neorrealista del cine europeo e hizo la observación de su libertad al filmar escenas callejeras como ese estilo.

Y, al terminar el crítico su larga participación, don Juan Orol, casi balbuceando, dijo: yo no sé de lo que usted está hablando, yo solo digo ACCIÓN y todos saben lo que tienen que hacer.

jcarrillocedillo@hotmail.com
 

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