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Balas mágicas

Por Jorge A. Meléndez
viernes, 19 de julio de 2019 · 00:00
“Sus medicinas eran como si un policía tuviera balas mágicas, que al dispararse sólo mataban al ladrón sin dañar a la víctima”.

Así describe el libro “El demonio bajo el microscopio”, de Thomas Hager (vea un video sobre el mismo en nuestros sitios), la lucha que se libró en las primeras décadas del siglo XX por crear medicinas para combatir a las bacterias y vencer a la tan común muerte.

Y es que en esa época uno se moría por cualquier cosa y los doctores casi casi sólo administraban enfermedades.

La cita inicial se refiere a uno de los pioneros de esta lucha, el doctor alemán Paul Ehrlich, que ganó el Premio Nobel por la primera cura contra la sífilis. Él desarrolló el concepto de las balas mágicas.

“Su método consistía en examinar y sudar. Sus colaboradores bromeaban: él examina, nosotros sudamos. Ehrlich decía que se requerían 4 Gs para el éxito. En alemán: Geduld, Geschick, Glück, Geld”, explica un pasaje.

Saque el diccionario. Porque en la traducción de estas Gs puede estar el secreto del éxito al innovar:

1. Paciencia
Vivimos en la era del cambio disruptivo. Por eso es común buscar resultados rápidos. Pero a veces los grandes retos requieren tiempo y dedicación. La primera “medicina milagrosa” fue la sulfanilamida (sulfa) y descubrirla implicó miles de experimentos y combinaciones (curiosamente inicialmente en mezclas con moléculas de pigmentos). Primero en el laboratorio del doctor (en la Alemania nazi) Gerhard Domagk (ganador también del Nobel). Pero luego en Francia, Inglaterra y Estados Unidos (EU).

2. Habilidad
La lucha requirió el trabajo de patólogos, químicos y médicos expertos. Vamos, no fue el resultado de una inspiración genial, sino como decía Steve Jobs: de la habilidad de un equipo de conectar puntos de las experiencias e intentos del pasado.

3. Suerte
Como se sabía tan poco de las bacterias (por cierto, la invención del microscopio fue la que habilitó esta lucha) la experimentación fue muy amplia. Miles de intentos, miles de fracasos. Una lucha de expertos, pero medio a ciegas. De prueba y error. La suerte jugó su rol.

4. Dinero
Curiosamente el trabajo de Domagk se dio en los laboratorios de lo que hoy es Bayer. En esos tiempos la investigación tradicionalmente era en universidades. Pero no en Alemania. Allá empresas apostaron recursos para producir medicinas y hacer negocio. Y, OJO, no fue sólo dinero. Fueron recursos: organización, reclutamiento, liderazgo, métodos, etc.

Muy interesante. Seguro le sirven estos conceptos para su empresa o proyecto. Y, bueno, le hacen mucha falta a la 4T, donde quieren transformarlo todo. Pero con una fórmula muy mala: rapidito, sin experiencia, preparación y de preferencia bara bara.

El libro brinda por lo menos otras 3 lecciones para innovar:

a) Habrá tropezones. Claro, porque crear algo siempre conlleva grandes riesgos. Por ejemplo, la regulación de medicamentos era prácticamente inexistente. Dado que la sulfa fue exitosísima, despertó un furor. Hubo tragedias, como las 105 muertes por el “Elixir Sulfa” en EU. Precisamente de ahí surgió una FDA con dientes para autorizar y regular medicinas y recetas.

b) El diablo está en los detalles. La primera medicina sulfa fue el Prontosil alemán. Era una mezcla de sulfa con un pigmento azoico. Pero después el Instituto Pasteur de París (por cierto, uno de sus doctores también recibió el Nobel) descubrió que no se necesitaba el pigmento: la sulfa funcionaba sola. Y eso fue lo que prendió más, donde hubo más negocio. ¿Sabe quién lo descubrió primero? ¡Los alemanes! Pero se les traspapeló...

c) Planear la obsolescencia. El éxito de la sulfa fue enorme, pero su reinado duró poco. Ya para la década de los 50 se descubrió el poder del moho. ¿Ya adivinó? La penicilina. Así inició la era de los antibióticos que revolucionó nuestra salud. Al innovar, nunca hay que dormirse en los laureles. La velocidad de cambio es desconocida. Y camarón que se duerme...

Le recomiendo el libro. Es fascinante. Buena lectura para las vacaciones. Por lo pronto, ojalá le sean útiles sus enseñanzas.

Posdata. Dudo funcione el plan de Pemex: no ataca las causas raíz de sus problemas. Vea de nuevo “Pemex, la obesa”.

En pocas palabras...
“Todo lo que preserva la vida es bueno; lo que la destruye es malo”.

Gerhard Domagk, Premio Nobel de medicina

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Twitter: @jorgemelendez

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