LA CARROCA

Cariño bueno

Por Soraya Valencia Mayoral*
sábado, 20 de julio de 2019 · 00:00

Qué bonito, pero qué hermosa experiencia es que te despidan de una parroquia, como es el caso de los Padres Escolapios, con tristeza, cariño del bueno, con tanta muestra de solidaridad y gratitud. Y no sucede con cualquier cambio de párroco. Las comunidades parroquiales ven ir y venir párrocos y algunas agradecen el cambio, porque se deshacen de un cura tracalero o de esos que ahuyentan a los fieles.
En cambio qué pena ver a los que no son bien recibidos. Con todo y una carrera dentro de la diócesis, con todo el apoyo de quien está al frente de la diócesis, (recuerde aquella frase: “Aquí manda el presidente etc.), por muy experto pastoralista que se una al equipo más la dulce y amable sonrisa de otro, debe ser muy duro que no te acepten. Y el desagrado, por así decirlo, ha ido más lejos.
Será que el cariño se gana y por estos lados no lo han logrado ni creo que les importe. No hay que ser ilusos. No existimos y ya. Vea usted el contraste entre lo que fuera el centro de pastoral que formó en la fe a tantas generaciones (proyecto impulsado por Emilio Berlié, y el obispado. El abandono del proyecto habla por sí solo. ¡Ah!, pero cada parroquia tendría su propia escuela. No las he visto. No como tal.
Por cierto, me enteré que por acá anda Don Sigifredo Noriega Barceló, primer obispo de Ensenada, muy querido por los fieles, abierto al laicado. Creó organismos de comunión y puso al frente a laicos. El apoderado legal y el contador eran laicos. Los centavos y su origen, estaban bien vigilados. Así o más claro.
Ya con esta me despido. Paciencia. Mucha paciencia. Vale.

*La autora es mujer de letras sacras y profanas

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