DESDE HOLANDA

San Petesburgo

Por Dianeth Pérez Arreola
miércoles, 14 de agosto de 2019 · 00:00

Llegamos a la antigua Leningrado en el tren rápido desde Moscú en cuatro horas; los paisajes son bosques, lagos y viejas estaciones cuyo esplendor fue hace varias décadas. A diferencia de Moscú, aquí las calles del centro de la ciudad son ríos de gente. Esta es la segunda ciudad más poblada de Rusia y por sus numerosos puentes y canales se le conoce como la “Venecia del Norte”.

San Petesburgo tiene varios edificios emblemáticos, uno de los más impresionantes es el museo Hermitage, un complejo enorme de hermoso exterior, pero cuyo lujo y ornamentación interiores dejan sin aliento a los visitantes. La escalera del recibidor es solo la antesala del glamur de sus salas.

Su colección es una de las más grandes del mundo y entre sus pinturas hay obras de Tiziano, Da Vinci, Caravaggio, Velázquez, Goya, Rubens, Van Gogh, Picasso, Renoir y Monet entre muchos otros. Además, hay vestimentas, cristalería, joyería, porcelana, tapices, esculturas, muebles, armaduras, monedas y hasta una momia egipcia. Según el audio del autobús turístico, si una persona dedicara un minuto de su atención a cada pieza del Hermitage, se tardaría siete años en ver todo el museo.

Otro símbolo de la ciudad es la iglesia del Salvador sobre la sangre derramada. Su curioso nombre se debe a que fue construida en el lugar donde el zar Alejandro II fue asesinado en 1881. Adornada con cúpulas multicolores, su interior impresiona con murales en paredes y techos sobre un fondo azul oscuro, la luz de sus enormes candelabros destaca los detalles dorados de la decoración.

Otra bella iglesia en un estilo totalmente diferente es la catedral de San Isaac, la más suntuosa de la ciudad. Mármol por dentro y por fuera, adornos dorados en el techo, murales con temas bíblicos y un enorme vitral tras el altar son una muestra del poder y el lujo de la Rusia del siglo diecinueve.

A media hora en embarcación hidroala, navegando por el rio Neva se llega a Peterhof, llamado el “Versalles ruso”. Construido por órdenes de Pedro el Grande, consta de un gran palacio, una iglesia, grandes jardines, numerosas fuentes y pequeñas construcciones que es posible visitar. La cascada y fuente principal frente al palacio, es una vista de ensueño; este lugar de cuento de hadas fue la respuesta rusa frente al esplendor europeo.

Para conocer todos los lugares de interés de San Petesburgo habría que permanecer en la ciudad al menos un mes; en sus antiguos palacios, magníficas iglesias, bellos jardines e impresionantes museos habita el fantasma de los Romanov, la última dinastía de los zares.

Abrazado a una de las bases de un puente del rio Neva fue encontrado muerto Rasputín, el infame místico de los últimos miembros de la monarquía rusa, quién tras ser envenenado con cianuro, haber recibido varios disparos y golpes y haber sido arrojado al rio Neva creyéndolo muerto, la autopsia reveló que murió ahogado.

San Petesburgo es una ciudad deslumbrante, a la que solo le hace falta más información en inglés, más organización en sus servicios y amabilidad por parte de sus servidores turísticos, aunque estos detalles no hacen dudar a nadie sobre los deseos de volver a la más fastuosa ciudad de Rusia.

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