LA TURICATA

Urbanidad

Por José Carrillo Cedillo
jueves, 19 de septiembre de 2019 · 00:00

Años atrás mi esposa y yo viajamos a la ciudad norteamericana de New York en razón de visitar el museo que exhibía el mural Guernica de Picasso. No fue tarea fácil pues las filas para el ingreso al mismo, daban vuelta a la manzana, además de que el número de revendedores de boletos era impresionante.

Decidimos regresar al día siguiente para formarnos a hora más temprano y con ello no vernos obligados a caer en sus manos. Después de varias horas bajo los rayos del sol llegamos a la ventanilla y pudimos ingresar a disfrutar del gran banquete de tener frente a nosotros una gran muestra pictórica del genial español. Salimos del museo a buena hora para comer y nos decidimos por un restaurante italiano, cuadras más adelante. Después de la rica comida caminamos hacia el Central Park que estaba muy cerca de ahí.

La tarde era sumamente agradable, con un clima templado que invitaba a salir a caminar a muchos de los habitantes cercanos al parque. Mi esposa y yo platicábamos de haber logrado nuestra ansiada visita, cuando se cruzó con nosotros una elegante señora de edad madura y que caminaba con su pequeño perro sujeto con una correa de cuero, por delante; el animalito se detuvo a hacer una necesidad mayor y la señora lo espero pacientemente.

Una vez que el perrito terminó, la elegante señora abrió su bolso y extrajo unos guantes de plástico y una pequeña bolsa del mismo material y se agachó a recoger el excremento y lo envolvió y lo guardó en su bolso junto con los guantes. Hecho lo cual prosiguió su camino hacia dentro de la arboleda como lo más natural del mundo. Desde luego, pensé… igualito que en mi bello México. Es muy claro para mí que la actitud de la elegante señora obedece a una educación que se recibe desde muy niño y que nos dice que NO vivimos solos, sino en sociedad, es decir nuestros vecinos comparten con nosotros nuestro entorno y como vivimos en un país libre y todo eso, nos permite prácticamente hacer casi lo que nos dé la gana pero siempre y cuando no olvidemos a los demás, el filósofo francés Sartre dijo: mi libertad termina donde empieza la suya. Luego, no abusemos de esa libertad agrediendo a los demás con nuestra falta de urbanidad.

Hace unos días leí en este diario la nota de que ciudadanos con muy buenas intenciones levantaron varias toneladas de basura de las playas muchas colillas de cigarros, es plausible, pero, una ciudad limpia, no es la que se barre, es en la que sus habitantes y visitantes no tiran basura y la depositan en los botes y contenedores que están ahí para que los usemos todos. No pienso que dar consejos a estas alturas fructifiquen, pero, sí, que es hora de cambiar nuestros desagradables hábitos, antes que sea demasiado tarde.

¿Cómo podremos insertarnos LOS MEXICANOS de manera efectiva en la carrera de la economía del conocimiento si no hemos absorbido Y CON ELLO PRACTICAR, lo básico de la convivencia en sociedad?

No nos perdonarán nuestros nietos, al juzgarnos, si nosotros acabamos con este paraíso que es Ensenada. Eduquemos bien a nuestros hijos.

NO TODO SON NEGOCIOS…

jcarrillocedillo@hotmail.com

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