LA TURICATA

Muchilanga

Por: José Carrillo Cedillo
lunes, 2 de septiembre de 2019 · 00:00

Hace mucho tiempo, unos cincuenta años, llegó a México la cantante cubana Celia Cruz. De potente voz y sabroso sabor afroantillano. Las canciones que interpretaba tenían letras ingeniosas y de ritmo pegajoso. Recuerdo una que se titula MUCHILANGA y dice más o menos (cito de memoria):

Zongo le dio a Borondongo / Borondongo le dio a Bernabé / Bernabé le pegó a Muchilanga / Le echó a Burundanga / les hinchan los pies…

Esto viene a cuento por el esperado juicio de la estafa maestra, que entre paréntesis parece haber sido urdida por un genio de las finanzas aprovechando huecos en la ley y aparentemente sin dejar rastros. La acusada se presentó al fin ante el juez y a éste se le acusa de excederse en sus funciones decretando encarcelarla por lo menos por dos meses.

La acusación a la señora Rosario Robles es tan débil que casi deja la puerta trasera abierta para que en ese lapso de tiempo aparezcan por arte de magia documentos que probarán que todo fue una confusión y la acusada saldrá a respirar nuevamente smog en libertad. Pero habrá que observar que los señores abogados de la defensa se apresuraron a declarar que el jefe de la señora Robles no tiene nada que ver en el asunto… jefe cuyas iniciales son EPN, quien trabajó en el zócalo de la ciudad todo el sexenio pasado. Pero al final de la maratónica entrevista, alguien se percató del segundo apellido del señor juez y resultó ser, por coincidencia, sobrino carnal de la señora Dolores Padierna, política profesional (es decir, que vive dentro del presupuesto, junto con su esposo, el señor de las ligas, René Bejarano), quien fue encarcelado por tener líos con el novio en esos tiempos de la señora Robles, el argentino Carlos Ahumada, y se sospecha que ella influyó en el asunto cuando era regente de la Ciudad de México… ¡qué enredo!... Zongo le dio a Borondongo…

Interesante, diría Sherlock.
El caso es que (quizá me equivoque), no seguirá la investigación para ver a dónde corría y desembocaba el río de dinero, que como siempre se desaparecerá y quién sabe… a dónde irán los muertos… quién sabe a dónde irán. Todos sabemos que la lana está en Andorra o en Tumbuctú, guardada mientras se asienta la polvareda. Y, algo que mencionar, ante su reclamo al juez, la señora Robles le dijo: “yo no tengo millones para irme a Canadá”… ¿será que sabe dónde está la otra paloma que huyó del palomar? Y, lo mejor es ir comprando un paraguas más grande, pues se viene una lluvia de amparos y terminarán apresando a dos peces más chicos para seguir dándonos atole con el dedo.

Y mucho peor que eso, se repetirá el caso de la maestra que quedó libre, exonerada y le regresaron el dineral, ¡que dice le heredó su mamá! Una señora de todos mis respetos que ni viviendo diez vidas y ahorrando su dinero sin gastar en nada más, no juntaría tal cantidad de dinero con su sueldo de maestra rural. Por cierto, (hablando de otra cosa), mi cerebro no alcanza a comprender cómo se puede sentenciar a una persona a cadena perpetua y ciento treinta años más… Desde luego, el reo morirá en prisión, ¿significa que los huesos estarán presos el resto del tiempo hasta cubrir la sentencia? ¿Y si se escapan los huesos? Aclaro que no estoy defendiendo a nadie, es pura curiosidad… pues ningún otro animal es tan curioso como el homo sapiens… Seguiremos al pendiente.

jcarrillocedillo@hotmail.com
 

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