ALGO MÁS QUE PALABRAS

La apuesta por la palabra en el nuevo equilibrio mundial

Por Víctor Corcoba Herrero*
sábado, 21 de septiembre de 2019 · 00:00

Los moradores de este mundo global necesitan de otros lenguajes más directos al corazón, de otras palabras más auténticas, que muevan y promuevan el caminar unidos, hasta donarse y poder salir de uno mismo para verse en los demás, para buscar el bien de todos y encontrar la realización de la persona, su crecimiento en esa realidad que a todos nos afecta, máxime en un  momento de grandes transformaciones, en el que las acciones han de ser encaminadas a la construcción de un nuevo equilibrio mundial.
Por eso, es importante que las políticas nos alienten hacia un proceso integrador de la especie, pues todos merecemos una promoción humana digna, para reconocernos parte del eslabón de la historia, donde nadie es más que nadie, y todos somos necesarios e imprescindibles.
De ahí, la grandeza de una educación que enseñe a pensar críticamente, que no adoctrine en intereses, sino que ofrezca un camino de maduración en valores. Además, con la globalización tenemos una fuente de enorme riqueza, pues esa diversidad social y cultural también nos enriquece en el plano humano  y estabiliza en nuestros pensamientos, que naturalmente han de confluir en ese ancestral principio de desarrollo integral en armonía y quietud siempre con la Madre Tierra.
Todo hay que acompasarlo, también nuestros propios pasos, sin perder el equilibrio jamás entre deberes y derechos. En consecuencia, una vez más reivindico junto a esa voz nítida del verbo que se hace luz, el acrecentar los vínculos familiares, activando los puentes de la comprensión entre semejantes, estrechando lazos y ciñendo sentimientos para poder sobrellevar las cargas.
Sin duda, la apuesta por la palabra en el nuevo equilibrio mundial, nos compromete a ser constructores de una cultura que nos hermane, en vistas a desarrollar sociedades más justas, donde todo el mundo se reconozca como agente de acción y reacción, acompañado y acogido en su afán y desvelo. Esa mirada agradecida es lo que verdaderamente nos transforma y nos hace familia. Necesitamos frenar hostilidades. En lugar de generar conflictos, organicémonos para avivar la cultura del abrazo.
Protejámonos unos a otros. El mundo no ha sido creado para ser una selva, sino para embellecerlo y embellecernos con sus atmósferas existenciales. El abuso de la fuerza entre seres pensantes, no tiene sentido. Nos merecemos otra evolución, otro entusiasmo más humanitario, quizás se trate de aprender a reprendernos, a mejorar en actitud, sin cansarnos jamás de optar por el diálogo como fruto de entendimiento y creación que nos fraterniza.
Ojalá aprendamos a decir no a la guerra entre nosotros. Ya está bien de sembrar violencias. Cultivemos amor en las palabras. Hagamos un mundo para todos, aunque ese cosmos tenga rostros diversos  y caminos variados. Desde luego, los centros educativos como las instituciones de carácter docente e investigador, han de ser un ámbito privilegiado para reflexionar de un modo multifacético e integrador.

*Escritor
corcoba@telefonica.net

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