Reflexiones y conversaciones de agosto

“…compañeros de historia,
tomando en cuenta lo que implacable
que debe ser la verdad,
¿qué debiera decir, qué frontera debo respetar…?
(…)
Hasta dónde debemos respetar las verdades…”
Silvio Rodríguez, Playa Girón

Hace una semana, tres amigos, en un diálogo público por Internet, hacían comentarios sobre temas de cultura. Mi amigo poeta que era el invitado, anunciaba que Abril Nubes ofrecería una conferencia el 26 de agosto en la Biblioteca Benito Juárez y, acotaba: “…hará un referente a los mitos de la Caverna de Platón en donde se dice que la realidad y la verdad no vamos a conocerlas, solo acercamientos”. Después siguieron comentando sobre cursos y talleres de narrativa y del discurso; uno de mis amigos periodistas, que dirigen el programa comentó; que era magnífico esto último, sobre todo destacar el valor de la palabra y que ocupe el lugar que le corresponde.

Al llegar el día, no pude llegar a la conferencia porque coincidía en fecha y hora con la presentación del libro: “Hicimos Historia”, por su propia autora Tatiana Clouthier, en el marco de la Semana del Conocimiento.

Como parte de la presentación, el conductor, compañero profesor Arturo Arroyo, hizo para finalizar una pregunta; ¿qué opinión tiene sobre la vanidad de los políticos? Y con contestación contundente y entusiasta, la conversa adherente a la candidatura de López Obrador, ahora Presidente de la República, concluyó la presentación. Sólo se permitieron dos preguntas; el compañero Arturo Arroyo privilegió la firma de libros, no sé si por decisión de la autora o de los organizadores, pero nos quedamos con las manos alzadas quienes pretendíamos hacer pregunta sobre algunos aspectos de lo expuesto.

La cuestión que me animaba a preguntar, la inicié con otro asistente, también interesado en la Historia. Ahí se inició esta conversación y reflexión, mientras siguió la firma del libro por más de una hora, no sé, si para “vanidad de la política”, la autora o de los compradores de libros. Sólo pregunto.

Con el comentario del poeta, el de la periodista, y el título del libro, seguí con mi reflexión ya iniciada esa tarde, sobre el asunto de la cuestión, ahora la hago pública.

Tatiana Clouthier, la política de palabra contundente, valiente y oportuna frente a los detractores de las políticas del Presidente de la República; ¿puede acaso afirmar ya que “Hicimos Historia”? Ella bien sabe que lo que está acontecimiento y le llaman 4T, tiene un antecedente nada agradable y viene desde atrás de lo que señaló en enero de este año con un alegato que tituló Ahora Resulta y que terminaba así “con todo respeto. ¡No me jodan! Cómo se ve que mi gran México, en verdad NO TIENE MEMORIA”.

Si bien la relatoría de lo sucedido desde fines del 2017 al 1ro. de diciembre de 2018 se puede documentar ya que todos los actores están vivos y él o los agentes del relato histórico o mejor dicho de los momentos históricos, el episodio, la etapa o más preciso, una jornada electoral histórica puede relatar lo acontecido, pero regularmente no siempre es el más objetivo para hacerlo, sino que son quienes perciben y observan y preguntan ¿quién es el que inició la acción o qué palabra le dieron nacimiento, también es quien con paciencia, documentada y objetiva investigación encuentra los antecedentes que tiene esta acción renovadora naciente y todo el entorno que la acompaña; es decir, las condiciones objetivas y subjetivas que en última instancia la hacen posible que alcance el objetivo propuesto para esa etapa. Pero esa no es la Historia.

Me remito a los pensadores que han explorado este aspecto y que lo han hecho siguiendo la huella de los conceptos políticos hasta llegar a las experiencias concretas que le dieron vida. Lo primero es que lo originario es la pluralidad. Porque “el hombre” individual no es tal, solo se comprende cuando aparece ante otros que ya existen y, para comprender esto se requiere aceptarse como actores y actrices en un escenario. Ese aparecer ante otros es el nacimiento y es la acción de entrar al mundo común. Pero esta acción solo es política acompañada de la palabra, del discurso (lexis) y es la forma en que nos incorporamos a ese mundo común, plural.

La acción entendida así tiene un comienzo definido pero un final impredecible; la acción no tiene lugar en forma aislada, quien empieza algo solo puede acabarlo cuando consigue que otros lo ayuden.

La aguda y extraordinaria pensadora Hannah Arendt dejó establecido claramente todo lo anterior, me permito agregar tres sintéticos pensamientos con relación a ésta reflexión:
Primero: “a la acción le es peculiar poner en marcha procesos y sentar un nuevo comienzo; empezar algo nuevo, tomar la iniciativa, hablando kantianamente, comenzar una cadena (…) la acción desarrolla consecuencias hasta el infinito…”.
Segundo: “la Historia es un relato que no cesa de comenzar pero que no termina nunca…”.
Tercero: “en la medida en que realmente pueda superar “el pasado” esa superación consistiría en narrar lo que sucedió”.

Como se ve, no es lo mismo el llamado electoral del 2018; “¡Hagamos Historia!”, que continuó lo iniciado en los finales de 1960, al de “Hicimos Historia”.

Mi amigo Lauro Acevedo, hace más de diez años hizo un poema que dice en un verso: “desde la cima espacial donde la luz toma la forma del ser…surgió el secreto”.

El 5 de agosto de 2009, en el Breve Espacio, un programa de radio que dirigía Javier Cruz en la 1590, expresé lo siguiente: “acompañado del pensamiento poético, entiendo las palabras como estrellas, miremos a lejos, no solamente quienes son nuestros contemporáneos sino jóvenes y pequeños porque solo en esa pluralidad tenemos que ver y decidir cómo queremos que sea ésta y otras ciudades cincuenta o más años adelante.

Ésta pluralidad ya mandó la señal, hay muchas tareas que realizar en forma diferente y ahora por la situación es tiempo de decisiones.

Ésta señal también observa que lo creado por la acción de los hombres entre sí, es la relación para convivir en un espacio público, que esa capacidad de entendimiento a través de la acción y la palabra es la política y que tenemos que aprenderla y ejercitarla con todo el respeto a nuestras diferencias.

Como vemos, después de diez años la vigencia de esto último es valedera.