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Whack-a-Mole

Por Jorge A. Meléndez
martes, 21 de enero de 2020 · 00:00

No creas que te voy a dar una receta para hacer algún guacamole raro. Para nada. Whack-A-Mole es el nombre de ese jueguito donde unos topos asoman su cabeza y tienes que darles un mazazo.

El del mazo, a más madrazos, más contento. Y, claro, para el topo es todo lo contrario. Su solución ideal es nunca sacar la cabeza.

No pude dejar de pensar en este juego tras escuchar hace poco a un CEO que me explicó el tema de la nueva regla de origen del contenido regional del 70% en el acero para la industria automotriz en el T-MEC.

El ejecutivo sabía y me dio claridad sobre un tema complejo. Pero al final me pidió: “Esto es estrictamente off-the-record. No me menciones. A fin de cuentas esta bronca no es de mi industria”.

100% lógico: protegerse es una reacción normal en tiempos de turbulencia. Como el topo del juego: ¡si no asomas la cabeza tienes más posibilidades de conservarla!

Pero esta estrategia defensiva es muy peligrosa cuando se requiere lo contrario. Cuando lo adecuado es proponer, discutir, intentar, innovar. Cuando se requiere retar al statu quo.

El asunto es que en la era de la disrupción las empresas tienen que sacar la cabeza. El mazazo la reciben las que se esconden. La parálisis mata. La única protección real es el movimiento constante.

¿Y sabes quién es el típico culpable de que los colaboradores guarden la choya? Claro, el jefazo. Un líder sabelotodo y/o colérico siempre terminará teniendo colaboradores lambiscones y apocados.

Los buenos, los talentosos, terminan por marcharse. Y los “yes men” que quedan se guardarán para protegerse de los guamazos.

Esto sucede en los negocios... y en la política.
En parte por eso dejaron la 4T Urzúa, Levy y otros funcionarios capaces. En parte, por eso Poncho Romo seguramente terminará por irse. Los expertos nunca estarán cómodos callando si saben que algo está mal. El talentoso no permanece agachado demasiado tiempo.

¿Cómo puede darse cuenta un jefe si apachurra a su equipo? ¿Si su mazo no provoca una empresa de agachados?

Realizando una introspección. Contestando este tipo de preguntas:

  1. ¿Quién propuso los últimos 5 proyectos? ¿El jefe? Ya vas mal.
  2. ¿Qué tantas veces se sugieren ideas distintas a las del jefe?
  3. ¿Qué tan heterogéneo es el equipo directivo?
  4. ¿Cuántas veces perdió el control el jefe el último mes?
  5. ¿Cómo se compara tu empresa en innovación con los competidores más cercanos?

Honestamente. Engañarse no sirve absolutamente de nada.

Según el libro “La regla de no más cabrones”, del profesor de Stanford Bob Sutton, los jefes cabritos utilizan 12 técnicas para intimidar: insultos, invasión del territorio personal, contacto físico no solicitado, amenazas e intimidación verbal y no verbal, chistes sarcásticos y madreadas, correos electrónicos incendiarios, cachetadas de estatus a los de abajo, rituales de denigración pública, interrupciones agresivas, miradas enojonas y tratar a la gente como si fuera invisible.

Ufff. Esa es otra prueba de ácido.
Vete en ese espejo... y si el reflejo no te gusta, pon manos a la obra. Sutton da 7 tips para controlar al cabrón que todos llevamos dentro:

  1. Aceptar el pasado. ¿Fuiste un bully en la escuela? Probablemente seas un cabrito.
  2. No maltratar a los más débiles. Ojo con la prepotencia. ¿Tratas mal a un mesero? Seguro lo haces en la chamba.
  3. Resistir iniciar como cabrón. Eso de “al cabo luego cambio” es mentira. Lo que mal inicia, mal acaba.
  4. Ser cabrón es contagioso. ¿Lo eres? Así será tu equipo. ¿Te juntas con ellos? Así serás tú.
  5. Enfocarse en el gana-gana. La vida no tiene que ser un juego de “suma cero”. Si no, terminarás siendo un cabrito.
  6. Pensar que somos iguales. Si te crees mejor, terminarás siendo cabrón. Busca similitudes. Es difícil ser malo con un par.
  7. Repetir: ya tengo suficiente... (dinero, joyas, poder, etc.). La avaricia y envidia convierten a cualquiera en un cabrito.

Un consejo más: OJO con el éxito. Provoca arrogancia y es más fácil que el arrogante saque su mazo para buscar topos.

Cuidado, porque el que juega Whack-A-Mole todo el tiempo, tarde o temprano termina recibiendo lo que le toca. El karma es canijo.

Posdata
Rifas VIP: “...Y entonces, sacamos los boletos, hacemos una rifa y... ¡pum!”. Nosotros los Nobles, versión 4T.

En pocas palabras…
“Si estás enojado, cuenta hasta 10. Si estás muy enojado, hasta 100”.
Thomas Jefferson

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Twitter: @jorgemelendez

 

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