DESDE EL VIGÍA

Fenómenos naturales

Por Editorial El Vigía
jueves, 29 de octubre de 2020 · 01:10

En 2019 los incendios arrasaron 14 mil hectáreas en Baja California, para 2020 la temporada aún no concluye y aún no hay un balance; pero hemos sufrido varios siniestros en Ensenada, Rosarito, Tecate y Tijuana de diferentes intensidades, que han podido ser controlados, pero no con la prontitud y eficacia requerida para evitar la pérdida de zonas arboladas tan escasas y necesarias para la salud ambiental del estado.

La mala noticia es, que terminando los incendios vienen las lluvias y no tenemos un pronóstico para la temporada 2020-2021, y si lo hay, aún no ha sido informado a la sociedad para que tome sus precauciones.

Aunque, contar con tal pronóstico es garantía de que así va a ser, el cambio climático nos ha dado y seguirá dando muchas sorpresas con el comportamiento de los fenómenos climatológicos que se vuelven errantes y variables.

Lo anterior viene a colación porque no estamos para nada preparados para hacer frente ni a los incendios ni a las lluvias.

Primero porque se supone que los municipios no son responsables de combatir incendios forestales, esa función a la federación a través de la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

Segundo, porque, aunque quisiéramos, no existen los recursos presupuestales para contar, no con una brigada de bomberos forestales, sino, ni siquiera para un cuerpo de bomberos con personal suficiente, equipo, unidades especializadas y los medios económicos para atender los grandes siniestros en bosques, chaparrales y pastizales, que son comunes en el estado y en el municipio.

En el caso de las lluvias, tal vez en parte corresponde a la Dirección de Protección Civil en la que también se involucra a bomberos, pero hay otra parte que le toca la Dirección de Obras y Servicios Públicos, que debe mantener limpio despejado el sistema de drenaje y los escasos pluviales que existen en la ciudad para evitar las inundaciones y encharcamiento de calles y viviendas en las partes bajas.

La otra parte, la que corresponde a la presa, cauces de los arroyos y sus márgenes, corresponde a la Comisión Nacional del Agua (Conagua), sin embargo, ésta no mueve un dedo para dar mantenimiento y desazolvar esos sitios.

Tampoco se preocupa la por desalojar a las familias que viven en el vaso de la presa, en cauces y márgenes por su precariedad económica o por “gandallismo”, pero que, de todos modos, viven en un gran peligro en caso de una gran avenida e inundación, como ya ocurrió alguna vez en esta ciudad.

Se suma a todo esto, los recortes presupuestales que el gobierno federal ha hecho a la Conafor, a Conagua y recientemente la eliminación del Fondo Nacional de Desastres (Fonden) que en 2019 fue de 106 millones de pesos para BC, pero que, en 2021, será de cero pesos.

Es decir, estamos a expensas de que la naturaleza sea benévola con nosotros, porque el gobierno no tiene previsto que haya desastres naturales.
 

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