A MEDIA SEMANA

Sobre aviso no hay engaño

Por Eugenio Reyes Guzmán*
jueves, 29 de octubre de 2020 · 00:00

La semana pasada, el presidente Trump arremetió contra su pandit en enfermedades infecciosas diciendo: “La gente está cansada de escuchar a Fauci y a todos estos idiotas… todos se equivocaron”. Y es que, en el contexto de las próximas elecciones en EU, al presidente le enfadan dos temas: sus 230,000 muertos por Covid-19 y la advertencia de los galenos de una inevitable y enorme segunda ola, desfasada solo algunos meses de la europea.

El trumpismo se niega a reconocer la ostensible catástrofe sanitaria que se avecina y ha tomado a Fauci como chivo expiatorio, como el villano favorito para ser linchado por el pueblo. Más allá de la cerrazón y del discurso político, las escalofriantes señales en el cielo son premoniciones de lo que sanitariamente acontecerá en el continente americano. Quizás sea prudente recordarle a Trump, y a otros mandatarios, no tomar la terquedad de sus prejuicios como valor para defender sus opiniones.

A pesar de lo evidente, las personas tenemos un curioso instinto que nos susurra que a nosotros no nos sucederá, una tozudez supina que nos invita a soñar en un sofisma y una miopía que nos impide ver con claridad. Por ello, una de las frases más antiguas, comunes y odiadas es y seguirá siendo: “se los dije”.

Tocante a ello, el Evangelio de esta semana aconseja: “Si saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan entonces los signos del tiempo presente? ¿por qué, pues, no juzgan por ustedes mismos lo que les conviene hacer ahora?”. Pues bien, más allá del panorama sanitario, existen igualmente signos de tiempos aciagos dibujándose en el horizonte para el capitalismo y la democracia.

El pasado domingo, ante el estupor de la sociedad educada y acomodada de Bolivia, ganó en la primera vuelta el partido del expresidente de izquierda Evo Morales, Movimiento al Socialismo (MAS). La atónita oposición política del Estado Plurinacional de Bolivia no alcanzó a comprender cómo, después de tantas denuncias y juicios legales contra MAS y su máximo líder, el pueblo los hubiera resucitado.

Es increíble, apenas en noviembre 2019, Evo Morales tuvo que huir del país ante una sociedad indignada por elecciones fraudulentas. Hace menos de un año, las fuerzas armadas habían evitado que Morales permaneciera en el poder un cuarto mandato. Con todo ello, el pueblo decidió. La pregunta obligada es, ¿qué pasó por la mente de los bolivianos para haber tomado esa, a todas luces, errática decisión?

Sobre aviso no hay engaño, el pueblo bueno y sabio sí se equivoca. La mayoría de los ciudadanos no estudiaron la macroeconomía, no comprenden como una menor inversión privada y extranjera se traducirá inexorablemente en menores empleos formales y son ignorantes de los estragos de la inflación y de presiones en la paridad cambiaria.

Las pasmadas masas no comprenden que el recurso destinado a dádivas o proyectos no productivos, se pudiera mejor utilizar para aumentar la competitividad de su país, permitiendo así, mayores y mejores empleos.

El pueblo bueno, cual ranita que hierve poco a poco, no asimila que sí pueden estar peor y que las malas decisiones de los gobernantes, los perpetuarán en esa condición. Mas aún, por increíble que parezca, la población ignorante identifica los ataques mediáticos a un falso líder mesiánico como propios. Finalmente, el pueblo lego, quien vive solo en el presente, no sabe que el dinero que reparten los políticos proviene de los impuestos pagados por las empresas y trabajadores.

Lo que sí entiende el pueblo bueno y sabio es que vive en la pobreza, que sus padres también lo fueron y que sus hijos lamentablemente tienen irrisorias posibilidades de movilidad social. El sentir del pueblo, entendible mas no justificable, es impotencia, desamparo, frustración y rabia.

Aunque la pobreza es multidimensional, para un pueblo que clama justicia, las repetidas arengas del líder populista contra los partidos de oposición, los ricos y los empresarios, seudo alivian su dolor y calman su sed de venganza.

En Latinoamérica, las distintas clases sociales viven en mundos dicotómicos y surrealistas, separadas por bardas, lujos, barrios y el fenómeno económico y social norte – sur. En las naciones al sur del Río Bravo, los muchos analfabetos y funcionalmente iletrados, son presa fácil de la manipulación a través de redes sociales y la compra de votos.

Los procesos electorales se ven recurrentemente empañados por prácticas ilegales donde la apatía y poca participación ciudadana benefician al partido en el poder. Ante esa párvula democracia que ha optado por probar, regresar o perpetuarse en la izquierda se encuentran, además de Bolivia, Argentina, Cuba, Venezuela, Nicaragua, El Salvador y México. Como resultado, el mapa ideológico y político en Latinoamérica se reconfigura, redefine alianzas y da oxígeno al socialismo del siglo XXI del perverso Hugo Chávez.

Como moraleja, una amiga venezolana me escribió: “El mayor error nuestro fue abandonar una elección parlamentaria … a partir de quedarse con el Congreso, comenzaron a aprobar toda clase de barbaridades … no permitan que agarren el Congreso, no cedan espacios, unidos por la defensa de la democracia”.

En relación a su consejo, hay una estrofa de una canción de Phil Collins que previene de no arriesgar lo que uno no pueda darse el lujo de perder, Don’t gamble with what you can’t afford to loose”. Es mucho lo que está en juego.

Es tiempo, basta de ingenuidades e idealismos. “Si ves las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”. Subrayo que hay dos realidades infalibles: la existencia de Dios y la verdadera historia, pues habla de lo que ya pasó. El reto ahora es aprender de la historia y pedirle a Dios sabiduría y discernimiento por el bien de la democracia, del bien común y en defensa de la dignidad humana.

*Economista y director del World Trade Center, Monterrey UANL
 

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