ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS
Las (posibles) múltiples vidas de un artefacto bifacial
Por Arqlgo. Rubén F. García Lozano*Mi incursión en la arqueología bajacaliforniana inició en el año 2005 cuando me invitaron a participar en un salvamento arqueológico en la costa de Rosarito, precisamente donde inicia el llamado corredor Tijuana-Rosarito 2000.
Después de haber trabajado en el centro de México la arqueología de las sociedades nómadas y seminómadas era nueva para mí, al paso del tiempo la brújula de la vida laboral no dejó de apuntar hacia esta región, así nació mi interés en conocer y comprender a los grupos prehispánicos que vivieron aquí por milenios por lo que decidí elaborar mi tesis de licenciatura sobre uno de los elementos artefactuales más diversos que produjeron las culturas de la costa del Pacífico noroeste de Baja California, las puntas de proyectil.
Esta clase de artefactos bifaciales (tallados por ambas caras) solían realizarse de acuerdo a determinados patrones convencionales de las sociedades que las producían, técnicas de manufactura, materias primas y las formas -con sus variantes- pueden determinar a qué época y cultura pertenecen ya que no siempre fueron elaboradas de la misma forma ni con los mismos cánones; así, a un artefacto cuyas características morfológicas –en principio- indiquen tiempo (una época en particular) y espacio (una región) se le considera como diagnóstico y cumple con los requisitos de lo que los arqueólogos denominamos “tipo”.
En principio un estudio clasificatorio de estos artefactos prehispánicos pareciera simple y sencillo, ordenarlos por forma, tamaño y materias primas puede parecer una tarea relativamente fácil, sin embargo, después de una primera clasificación, efectuada a partir de similitudes y diferencias obvias para su asignación a un tipo, las cosas comienzan a complicarse debido a la presencia de ciertos detalles que “aparecen” ante una observación minuciosa por lo que no basta con asignar un tipo a una punta de proyectil únicamente a partir de su morfología general.
Si una clasificación tipológica artefactual tiene límites tenemos que echar mano de un análisis tecnológico, lo que significa que hay que identificar varios elementos inherentes a las piezas como la materia prima (y su origen), las técnicas de fabricación (pasos gestuales de elaboración), uso (tipo de huellas de uso que conservan), reacondicionamiento (huellas de reafilado) y reciclado (reutilización posterior a un primer desecho de la pieza); identificar la presencia de estos elementos en los objetos arqueológicos ayuda a discernir su historia de vida.
Así, hoy sabemos que la gran mayoría de las puntas de proyectil de la costa noroeste de Baja California muestran huellas de uso por impacto –rotas probablemente durante las cacerías-, muchas de ellas fueron reafiladas para prolongar su vida útil, de otras tantas se aprovecharon sus bordes filosos para cortar; también hemos encontrado que muchas piezas desechadas siglos antes fueron encontradas y reacondicionadas posteriormente por personas que les dieron usos secundarios modificando sustancialmente su forma original.
Conjugar una clasificación tipológica, un análisis tecnológico y el contexto arqueológico de los artefactos contribuye a dilucidar su historia de vida y por consiguiente parte de las historias de las personas que los fabricaron y les dieron uso.
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*Investigador del CinahBC
ce_tenochtli@hotmail.com
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