EL GABACHO GACHO

Elijo no ser mexicano

Por Le Roy José Amate Pérez*
miércoles, 18 de noviembre de 2020 · 00:00

Después de 45 años de ver a mi EU decaer moralmente como nación. Me mudé a un condado que conocía y del que me enamoré, cuando tenía doce años; mis padres me trajeron a Ensenada de visita. Poco después de llegar, conocí a los mexicanos por primera vez en mi vida. Me criaron hablando español de mis padres adoptivos, quienes inmigraron de España, pero no sabían nada sobre la cultura mexicana.

El cariño mostrado entre mexicanos abrazándose, besándose, mujeres caminando de la mano por las calles, emulaba mi experiencia cultural española. Sin embargo, las Quinceañeras, el Día de los Muertos y las Posadas de Navidad eran tradiciones que estaba celebrando por primera vez, me inspiraron. Decidí dejar de ser un gringo culturalmente depravado, y convertirme en mexicano. No sabía cómo, pero esa era mi fantasía, convertirme en ciudadano mexicano. Para completar nuevamente el proceso de adopción, luego de quedar huérfano en Oakland California, por una madre mexicana soltera y su jefe gringo.

En 1999, me enamoré de una mujer mexicana. Entonces supe que mi deseo de ser ciudadano mexicano se podía realizar teniendo una esposa mexicana. Sin embargo, el matrimonio fracasó y volví a ser un hombre soltero. Tres años después, conocí a mi esposa actual y adopté a sus dos hijos mexicanos.

Ahora no había ninguna duda sobre mi derecho a convertirme en ciudadano. Sin embargo, ser un autor publicado y un periodista nacido en el extranjero, en México me prohíbe, en virtud del artículo 27 de la Constitución mexicana, criticar al gobierno mexicano.

Violé esa ley al escribir un artículo sobre la corrupción en el sistema migratorio mexicano. Dando como resultado la pérdida de mis derechos de visa de residente para renovar dicha visa. Debe tener cinco años de residencia de renovación anual continua en México, antes de poder solicitar la doble nacionalidad.

Desde entonces, renové mi visa de residente y ahora, después de cinco años adicionales, soy Residente Permanente, sin necesidad de renovar. Esta “pérdida” de 36 años, de no convertir en doble nacionalidad, me ha permitido mucha introspección sobre mi identidad de “nacionalidad-ciudadanía”.

Fui adoptado en una familia que tenía muy de cerca los valores, tradiciones y costumbres de España. Mi abuela no podía aceptar que ninguno de sus hijos o nietos se casara fuera de la raza. Sin embargo, sabía que ella estaría de acuerdo con que me casara con una mujer que hablara español. A ella le pareció bien que yo fuera ciudadano estadounidense, era un beneficio económico. Mi abuela Carmen siempre decía: “No importa en Estados Unidos si no hablas el idioma o tu raza no es gringo güero. Siempre y cuando tengas dinero”.

Luego, pensé en mi identidad como un gringo que conoce la cultura mexicana, pero que la ve a través de un lente gringo. Quiero perder esa identidad que he creado como el Gabacho Gacho, cínico de clase baja? Me gusta esa imagen. Siempre he vivido, como una persona que mira el mundo que me rodea, como a través de una ventana. No estoy completamente comprometido como participante, pero disfruta plenamente de la acción como observador.

Además, no me siento correcto de ser ciudadano mexicano, ni nacido ni criado en este país. Mis amigos gringos que se han convertido en “ciudadanos mexicanos” están fingiendo. Y, en cuanto a los “pochos”, no creo que merezcan ser clasificados automáticamente como mexicanos, porque uno de sus padres nació en México.

Por lo general, no hablan un español decente y no conocen el civismo de ser un ciudadano mexicano responsable. Al igual que el residente nacido en el extranjero, se les debe exigir que aprueben un examen simple en español y que conozcan algo de la historia básica.

*Productor y conductor de Soul Street, domingos a las 20:30 horas por 92.9 FM

leeamate@gmail.com

 

 

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