ECONOMÍA Y POLÍTICA
Energías limpias ¿para cuándo?
Por La producción sólo es posible con el uso eficientes de los recursos disponibles, no con los imaginarios; ello solo sucede en la ciencia ficción Arcángel Rojo Por Rolando Daniels Pinto
Al gas natural se le considera – por su eficiente combustión – como el combustible fósil de transición para producir energía eléctrica; es decir, para dejar de producirla a base de carbón, combustóleo e incluso en nucleoeléctricas y con ello transitar al uso de las energías limpias o renovables.
Indudablemente, las energías renovables son el mundo ideal, pero como este último no existe, la cruda realidad debe ponerse en perspectiva para tomar las mejores decisiones posibles, porque pronunciarse en contra de lo posible, como si lo deseable estuviera efectivamente al alcance, es altamente ingenuo.
En principio, habría que determinarse si las tecnologías para el uso de fuentes limpias son técnica y financieramente viables para abastecer de energía eléctrica a todo el país; quizás una revisión de cómo anda el mundo desarrollado en esta materia daría una mejor perspectiva.
A nivel mundial, en 2019 la producción de energía eléctrica a partir de fuentes renovables representó el 10.8%, mientras que por consumo de petróleo fue 33.6%, seguido del carbón con un 27%; por su parte, el gas natural aportó el 23.9% y la energía nuclear el 4.4%. De esta forma, el uso de combustibles fósiles para tal fin representó el 84.7% en el mundo.
En la Unión Europea (UE), las fuentes renovables aportaron el 15.5% en la producción de energía; sin embargo, fue el petróleo su principal fuente con un 36.2%, seguido del gas natural (23,0%), el carbón (15,0%) y la nuclear aportó 10.3%. Ello significa que el 74,2% de la energía provino de fuentes fósiles.
Ese mismo año, en los Estados Unidos (EU) las cosas fueron similares; las energías limpias apenas representaron el 1.14%, mientras que el petróleo el 36.54%, el gas natural aportó 30.63%, el carbón 13.09% y la energía nuclear produjo el 8.35%; así, los combustibles fósiles aportaron el 80.26%.
En México, al 30 de septiembre de 2020, la producción de energía con fuentes renovables representó el 2.06%; el gas natural aportó el 60.14%, el petróleo el 33.02%, el carbón el 2.95% y la fuente nuclear produjo el 1.83%. Así, los combustibles fósiles aportaron el 96.11%; aunque 2/3 fue de gas natural.
Con base en lo anterior, puede afirmarse que la UE es la más avanzada en el uso de energías renovables y que los EU están muy rezagados, incluso por detrás de México; además, si bien es cierto que México tiene una mayor dependencia que la UE y EU en el uso de combustibles fósiles para la producción de energía, también lo es que en su mayoría consume el más eficiente y menos contaminante: gas natural.
Rechazar los proyectos de gas natural, en cualquier modalidad, estigmatizándolos de catastróficos y exigiendo a la brevedad las energías limpias, no sólo exhibe un enorme desconocimiento de sus características – niveles reales de riesgo con sus medidas de prevención y mitigación – sino también de los factores geopolíticos, geoeconómicos, tecnológicos, logísticos y de mercado que influyen en ello.
Es penoso ver como algunos científicos, sin una visión integral y global sobre la generación de energía, se envuelven en la bandera verde del puritanismo ambiental y exigen acciones inviables en el corto plazo; si bien es pertinente avanzar lo más aceleradamente posible hacia las energías renovables, los datos muestran que México trata de reducir, con los recursos hoy a su alcance, el calentamiento global.
La prioridad es sustituir el combustóleo y el carbón con gas natural, el cual es más barato, abundante y mucho menos contaminante; ello, entretanto se logra la sustitución de ese gas con energías renovables, pero eso no se dará por ocurrencia o capricho, sino mediante una planeación adecuada de largo plazo.
Finalmente, debe entenderse que la producción de energía es un asunto de carácter global que requiere infraestructura en sitios estratégicos y no debiendo abordarse con visión autárquica. Por lo anterior, la producción de electricidad en México a partir de fuentes renovables tiende al largo plazo debiéndose, entretanto, satisfacer la demanda de ese fluido con los recursos hoy disponibles, no hay de otra.
FB: Rolando Daniels Pinto
Twitter: @DanielsRoly
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