BARÓMETRO POLÍTICO
La segunda ola
Por Susana Silva Gallardo*Las medidas de confinamiento y distanciamiento social en México se produjeron por primera vez alrededor de principios de marzo, alegando la toma de iniciativa para prevenir el contagio de Covid-19 dentro del país.
Si bien en ese entonces la situación no era preocupante y los primeros casos fueron identificados y aislados de manera rápida. Con el lento proceso de esparcimiento del virus, la realidad innegable del país pronto remontó los casos: la insuficiencia de la estructura del sistema de salud, una estrategia que desde su inicio estuvo saboteada por la aversión al gobierno federal en turno que dio como resultado la falta de coordinación y de uniformidad en la aplicación de las medidas, e incluso en algunos casos, el escepticismo por parte de la población respecto a la severidad de la enfermedad jugó un rol importante.
Por un lado, la preocupación de que la vacuna contra el Covid-19 no llegara en 2020 parece volverse ya una realidad, pues, aunque ya hay ensayos para la misma, con los dos últimos meses del año en puerta, aún no ha habido resultados concretos; por otro lado, la predicción que sí resultó acertada, fue la de una segunda oleada de brotes del nuevo coronavirus.
Los mismos países que hace un par de meses des-escalaron las medidas de confinamiento en Europa, hace unas semanas decidieron volver a aplicarlas, lo que refuerza el descontento de las poblaciones, quienes en semanas anteriores han salido a las calles a manifestarse, como en el caso de España y Alemania.
La presión que se experimenta a nivel económico y social, especialmente en el área de salud y respecto al descontento, si bien es grande en estos países, para México, sin duda, podrá ser peor. La segunda ola de contagios vuelve a poner a varias grandes ciudades en el rojo y anaranjado del semáforo epidemiológico y con ello, las medidas tomadas en marzo, vuelven.
El principal problema de la adopción de estas estrategias por parte de gobiernos estatales, ya no se diga del gobierno federal, es que priorizan el confinamiento sin tomar el contexto de la población.
Ejemplo de ello ha sido el caso de Jalisco, donde el famoso “botón de emergencia” de Enrique Alfaro se implementó el pasado fin de semana. Con la restricción de horarios en el transporte público, la ciudad se sumergió en el caos y dejó a cientos de personas varadas por horas ante la imposibilidad de utilizar camiones y el cobro excesivo de taxis para llegar a sus hogares.
Si bien esta es una pequeña parte del problema, es visible cómo la estrategia, que en la segunda ola pretende resarcir lo que en la primera ola no pudo, no toma en cuenta la realidad de una gran parte de sus habitantes: los que trabajan en la informalidad y por ende, no pueden trabajar desde casa, los que viven al día con el dinero que generan de sus actividades, los dueños de pequeños negocios que, si bien son clasificados como no esenciales, proveen sustento a la persona y/o a sus familias, entre muchos otros. Aunado a ello, la actitud por parte de las autoridades, que se asemeja más al punitivismo, sin duda deja mucho que desear y añade presión a una situación de por sí difícil.
*Lic. en Relaciones Internacionales por el TEC de MTY campus Guadalajara
susanasilvag96@hotmail.com
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