BAÚL DE MANÍAS

Para Réquiem, el de Luigi, dijo el otro

Por Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 3 de noviembre de 2020 · 00:09

No, pues… Cheque usted y verá que no miento. Beethoven abordó un titipuchal de géneros, pero jamás de los jamases compuso una Misa de Difuntos, o sea, un Réquiem. Por ejemplo, la Ópera fue de lo poquísimo frecuentado por este genio universal. Solamente compuso una, que, por cierto, es bastante original. Su título en alemán es “Fidelio, oder die eheliche Liebe”.

Eso quiere decir, en mexicano, “Fidelio, o el amor conyugal”. Verá usted. La protagonista es una mujer que se pasa de abnegada, la verdad sea dicha, pero ya sabemos que cuando el amor es no nomás un amorío, sino “el amor de la vida”… ¡uf, pasa cada cosa! En tres patadas (o en tres renglones) el argumento de la ópera es el que sigue: Leonora, disfrazada como un guardia de la prisión (de nombre “Fidelio”) rescata a Florestán (su marido, de ella, de Leonora), que está condenado a muerte por razones políticas.

Hay que decir que Beethoven no disfrutó en lo absoluto escribir (y producir) una ópera. En una carta a un amigo, dice “…te aseguro, querido Treitschke, que esta ópera me conseguirá la corona del martirio. Gracias a tu cooperación he salvado lo mejor de este naufragio. Por todo esto, te estaré eternamente agradecido.”

Por si a usted le late, puede checar la Obertura Leonora No. 4 (ah, porque compuso tres oberturas antes de que le quedara una a su gusto). Aquí está una rara versión de Malcolm Arnold, escrita para uno de los Festivales de Música de Hoffnung en la década de 1950.

Está aparentemente basada en un evento de la vida real, donde el trompetista, fuera del escenario se perdió su señal, razón por la que necesita ser vigilado todo el camino a través de la sala. Está genial, porque… Buenoooo, porque Malcolm Arnold era genial:
 https://www.youtube.com/watch?v=sWYm9syfFP0 .


¿Y el Réquiem de Beethoven? Ah, pues no hay tal. Nomás hay que decir que, en su viaje a Viena, en 1805, Beethoven conoció al célebre compositor Luigi Cherubini, que había sido invitado a montar una producción de su ópera “Les deux journées”, presentada por el famoso empresario Emanuel Schikaneder.

Desconozco los detalles, pero el caso es que la estancia de Don Luigi Cherubini en Viena no fue muy feliz y, de ribete, le tocó conocer a Beethoven (por no decir “padecer a Beethoven”). Estuvo presente en la primera representación de la ópera “Fidelio”, a la que reaccionó con desdén (por no decir desprecio). Además, describió el estilo de tocar el piano de Beethoven como “áspero” (por no decir desapacible), y al hombre mismo como “un cachorro de oso sin identificar” (por no decir que era un salvajón).

Por todo lo anterior, a algunos les llama la atención que Beethoven, que se ofendía rápido, dijera (textualmente): “Cherubini es el mejor compositor vivo, además de Beethoven”. Es más: en una ocasión dijo que, si tuviera que componer un Réquiem, lo haría siguiendo el modelo de Cherubini, no el de Mozart. Aparentemente, Beethoven nunca “tuvo que” componer un Réquiem.

Aquí hay que decir, de paso, que el de Cherubini es cien por ciento fabuloso. Y no lo dice cualquiera. Lo ha dicho Beethoven, ¡nomás! Chéquelo usted, digo, si le late: https://www.youtube.com/watch?v=RpbSvwpyL5A 

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