LA MARAÑA CÓSMICA

La respuesta está en la ciencia

Por Dr. Rolando Ísita Tornell*
lunes, 30 de noviembre de 2020 · 00:33

Poco de lo que realmente importa para la salud desde perspectivas biológica, evolutiva, inmunológica, desde que la pandemia Covid19 fue declarada “una emergencia de salud púbica de importancia internacional” (ESPII) por la OMS a finales de enero de este año, ha sido noticia de primera plana, tema de debate en mesas con comentólogos, trend topic en los lavaderos cibernéticos.

La primera, la pandemia, no sólo notificarla sino difundir su definición y significado. El segundo, el coronavirus, ¿qué demonios es un virus? que no es una bacteria, no es una célula, no es un hongo, no es microscópico sino nanoscópico, infinitamente pequeño. La ausencia mediática de explicaciones desata los absurdos debates de si existe o no el virus, si cubrebocas sí o no.

Continúa en orden de ausencias mediáticas, informativas, que somos una especie y el virus es otra que desconocía la mente humana y su cuerpo también. De ahí el alimento para ideologizar y politizar qué país lo hace bien, que país lo hace mal; el despropósito de escandalizar y acusar a alguien por el número de muertos, de contagios, de no entender que las pandemias causadas por organismos desconocidos (el fenómeno biológico evolutivo) no se detiene, sino se contiene y mitiga.

Otra ausencia mediática más es que ante un organismo desconocido no hay cura ni tratamientos conocidos, solo se puede ayudar al enfermo según su gravedad, según cada paciente. De ahí que no se quiera comprender que la velocidad de contagios determina la cantidad de enfermos, gravedades, y el número de equipamientos y espacios disponibles para atender a los enfermos.

Siendo así, se presentó tremenda disyuntiva a todos los países del orbe: impedir que las personas estén aglomeradas en el mercado, escuelas, comercios, fábricas, talleres, oficinas, detener la economía excepto actividades vitales (con el eufemismo de “esenciales”) o llenar de muertos las calles del mundo. No hay más que contener y mitigar la velocidad de contagios. La biología documenta que se tendría que contagiar el 94% de la población (Mayo Clinic 06-06-2020) para detener la transmisión… sería un desastre para la atención pública de la salud mundial y, por ende, para la salud económica.

… Y no al final, la vacuna. Desde que Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el pseudointelectual Fukuyama impusieron al mundo que los Estados ya no deben ocuparse de los servicios públicos, que el que quiera tenerlos se los pague de su bolsillo, que la soberanía y autodeterminación de las naciones (y las naciones mismas) quedaban en desuso; además de dejar desarmados, despoblados, vulnerables los sistemas de salud pública, permitieron multiplicarse las banalidades, creencias y supercherías de mercaderías orgánica, natural, originaria, satanizando las vacunas de las tenebrosas farmacéuticas (que a veces lo son).

Frente a tales inercias y el abandono de la ética y la objetividad de buena parte de los medios informativos de todo el planeta, hemos tenido que presenciar desatinos como destrucción de antenas 5G por los “civilizados” ingleses porque propagan el virus “chino”, linchamiento de sanitarios, ingestión fatal de desinfectantes, acusaciones infundadas a autoridades como los culpables favoritos de muertes y contagios.

Ver un documental de grupos de chimpancés gritando y manoteando amenazados por un depredador, que intuyen su presencia pero no lo ven, y la visión y lectura de los contenidos de las redes sociales en nuestros días no presentan diferencia alguna.

Si algunas lecciones deja al mundo el bichito SARS_Cov2 es la necesidad imperiosa de una reforma de contenidos en educación mundial; que la comunicación pública de la ciencia es tan esencial y necesaria como los sistemas de salud pública.

¿Cómo mantener una sana distancia entre dimes y diretes de quién dice la verdad, si la autoridad sanitaria o los medios? La respuesta está en la ciencia.

*Comunicación de la Ciencia DGDC UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx

 

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