DESDE LA PLAZA SANTO TOMÁS
Lo que sucedió mañana – año 2027 – mes de noviembre- 94
Nuestras vida son los ríos que van a dar en la mar,que es el morir, allí van los señoríos derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos. Jorge Manrique-Coplas a la muerte de su padre Por Ricardo Harte*Hermosa la tarde.
La Plaza Santo Tomás brillaba con ese sol del verano transparente, cálido, con la brisa tenue, casi temerosa, de las últimas horas del día.
Los cofrades usuales, reunidos otra vez después de la última “rencilla” retórica, en la que afloraron como punta de icebergs, extremismos, fundamentalismos y posiciones casi fanáticas, re comenzaban el diálogo, en el que los temas eran totalmente inocuos, exploratorios del estado de ánimo de cada uno y con la mayor delicadeza posible: el clima, el precio de los jitomates, los últimos eventos que habían sucedido en la Plaza, etc.
Estaban, con sus cafés habituales, Doña Elsa, Aida, Mercedes, Agustín, el Inge y Don Sebas.
Así transcurrían los lentos minutos inexorables, en calma, con el murmullo de diálogos amables y las risas esporádicas de algún chascarrillo prudente.
- Ayer recibí el escrito cotidiano de mi amigo José Antonio Lugo. Quisiera leerles un fragmento que adjuntó de una de sus escritoras favoritas, Marguerite Yourcenar. Creo que es una caricia. “Voy a morir. No me quejo de una suerte que comparto con las flores, con los insectos y con los astros. En un universo en donde todo pasa como un sueño, sentiría remordimientos de durar para siempre. No me quejo de que las cosas, los seres, los corazones sean perecederos, puesto que parte de su belleza se compone de esta desventura. Otros corazones se romperán bajo el peso de un insoportable amor, más sus lágrimas no serán nuestras lágrimas. Unas manos húmedas de deseo continuarán juntándose bajo los almendros en flor, pero la misma lluvia de pétalos nunca se deshoja dos veces sobre la misma ventura humana”.
Es de una belleza serena, sin alaridos, desgarrante. Las palabras de “Otros corazones se romperán bajo el peso de un insoportable amor, más sus lágrimas no serán nuestras lágrimas” son palabras inolvidables. ¿No les parece?
El grupo mantuvo silencio por unos minutos.
- Sí. Indudable. Son palabras que despiertan sensaciones encontradas. La belleza y el horror de la muerte- contestó Mercedes- Y Yourcenar es, sin duda, una de las mejores plumas del Siglo XX. Pero…¿cuál es el motivo para que ahora, Don Sebas, saque este tema a colación?
- Justo iba a preguntar eso- se apresuró Aída- ¿Hay algo en el horizonte que promueva el tema de la muerte?
- Siento que el tema de la vida va “en tandem” con el tema de la muerte. Creo que no se puede reflexionar sobre un tema sin vincularlo al otro. No puede haber vida si no hay muerte y viceversa.
La prueba de que estas dos columnas esenciales de nuestra existencia no las tenemos resueltas en su conexión, en sus realidades, en sus trascendentalidades, es que uno puede hablar de las aves, las nubes, el amor, la alegría, el futuro, etc. con total naturalidad y complacencia del auditorio en turno, pero la simple palabra “muerte” provoca una contracción espontánea y colectiva del sistema nervioso del mismo auditorio. No queremos que nos recuerden el único evento que tenemos totalmente asegurado: que todos, absolutamente todos moriremos. Ninguno de los que estamos aquí se va a escapar de ese desenlace.
Entonces me pregunto…si tenemos un acto ineludible en el que seremos protagonistas únicos ¿Por qué no nos gusta hablar de ello? ¿Cuál es la razón debido a la cual si sacamos el tema de la muerte en una reunión familiar y de amigos inmediatamente surgen rechiflas sobre el asunto, ironías, sarcasmos, chistes, etc., pero es muy difícil continuar reflexionando en esa reunión sobre lo que significa la muerte, cómo nos preparamos, cómo será nuestro funeral, qué pedimos a los que nos sucederán en la vida, etc.? Así como nos preparamos para ir de vacaciones y entonces varios nos dan recomendaciones sobre los mejores hoteles, los mejores lugares a visitar, las mejores comidas, etc. ¿por qué no podemos hablar, dialogar sobre la muerte de cada quien?¿Qué recomendaciones podemos dar, como quiero que me vistan, si quiero ser incinerado, si acepto ser velado, si estoy de acuerdo en la muerte asistida, etc.etc.?¿Qué sentido tiene la muerte para la vida?¿Cómo explicamos la muerte?
El tema es tabú. No nos agrada. Lo evitamos. Lo susurramos.
Y ello se me hace, francamenete, estúpido.
Nuevo silencio estruendoso en el grupo. Cada quien intentaba adoptar una actitud de “yo no fui, yo no se, yo no estuve”
Mercedes rompe el incómodo silencio.
- De acuerdo. Totalmente de acuerdo. Pero si hubiera abierto usted el tema de las costumbres migratorias de la hormiga negra del Ecuador, o el tema del calentamiento global, o el tema de la igualdad de géneros, de la misma forma le hubiera preguntado: ¿y por qué ahora ese tema? Por lo tanto le ruego, Don Sebas, ¿por qué ahora el tema de la muerte? Y no me evada.
Don Sebas sonrió. Se acomodó en su silla. Tomó otro sorbo del tinto y contestó:
- Pues, mi querida Mercedes, porque he estado rememorando la pandemia del 2020 y un tema que siempre hemos evadido es el tema, justamente, de la muerte en aquella ocasión. Y leyendo el texto de Yourcenar, me provocó para pensar y monologar, en forma de una visión desde la belleza, sobre la muerte.
¿Te acuerdas de aquellos versos de: “recuerde al alma dormida, avive el seso y despierte, contemplando cómo se acaba la vida, cómo se viene la muerte tan callando…”? Si ello lo enfrentas a “Unas manos húmedas de deseo continuarán juntándose bajo los almendros en flor, pero la misma lluvia de pétalos nunca se deshoja dos veces sobre la misma ventura humana.” de Yourcenar, verás que uno apela a “la muerte tan callando” y el otro apela a “lluvia de pétales (que) nunca se deshoja dos veces (igual)…”.
Son dos miradas, dos propuestas diferentes que nos llevan a abrir muchas ventanas que nos permitirían, algún día, poder dar respuesta a :¿qué es la muerte?¿por qué la muerte?
La Plaza ya atardecía, las sombras eran más largas.
Los amigos brindaron y se prepararon para el final del diálogo.
*Arquitecto uruguayo radicado en México desde hace más de 40 años
ricardoharte@yahoo.com.mx
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