DESDE EL VIGÍA
Adictos
Por Editorial El VigíaDe acuerdo a la Encuesta Nacional de Adicciones, Baja California ocupa el tercer lugar a nivel nacional en consumo de metanfetaminas y marihuana,
Estimaciones no oficiales consideran que alrededor del 8% o más de la población del Estado sufre dependencia a alguna sustancia prohibida, por lo que es necesaria su rehabilitación.
Especialistas consultados al respecto señalan que predomina el consumo de marihuana y la metanfetamina en jóvenes menores de 19 años, pero es el cristal la droga más solicitada, por ser las más económica y la que se puede conseguir con mayor facilidad.
Hay otras drogas de reciente surgimiento de los laboratorios clandestinos como el “cocodrilo” y la “flakka”, cuyos componentes no son muy claros, pero su peligrosidad para la salud de los adictos puede llegar a ser letal.
Es muy difícil saber la cifra exacta del índice de adicciones que se registra en Ensenada; los estudios además de no ser periódicos, no tienen la profundidad necesaria para conocer a detalle el problema, sobre todo porque no todos los adictos lo confiesan.
Se supone que los jóvenes menores de 18 ó 20 años son los más afectados por varias razones, algunas de ellas, la inexperiencia, la inmadurez y débil resistencia a las presiones que ejercen sobre ellos otros jóvenes que consumen, para que se sumen al vicio.
Su falta de dinero los obliga a consumir las drogas más baratas, pero también las más letales.
La necesidad de ser aceptados y de formar parte de “algo” que llene sus espacios emocionales a veces vacíos por la ausencia voluntaria o involuntaria de sus padres que, preocupados y ocupados por conseguir los medios de subsistencia, no tienen tiempo para vigilar el desarrollo integral de los hijos.
En otras circunstancias más dramáticas, algunos niños, adolescentes y jóvenes se hacen adictos como resultado de vivir en familias disfuncionales, incluso por las mismas adicciones de sus padres.
Si estimamos una población en Ensenada de 600 mil habitantes, con los pocos indicadores que tenemos al respecto, nos dan una cifra de entre 50 y 60 mil adictos consuetudinarios que necesitan atención.
Lamentablemente no hay centros de rehabilitación ni programas oficiales que se encarguen de ellos, lo que hay son asociaciones civiles, iglesias o particulares haciendo el trabajo que debería estar haciendo el gobierno.
Las adicciones son resultado de una falla estructural en las políticas públicas educativas, económicas, de seguridad pública, desarrollo social e integral de las personas, así como falta de fortalecimiento de los valores.
Las adicciones son un problema de salud pública, y como tal debe ser atendido en clínicas y con programas de apoyo.
Si el gobierno es incapaz de frenar el tráfico de drogas, por lo menos debe compensar esa falta atendiendo a los adictos en centros especializados pagados con dinero público, para que se reintegren a sus familias, a la sociedad, a la vida laboral y tengan una esperanza de vida digna.
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