AJEDREZ PÚBLICO

Tijuana la horrible o la defensa del territorio

Por Alfonso Torres Chávez
sábado, 1 de febrero de 2020 · 00:19

Recuerdo las novelas del escritor tijuanense Heriberto Yépez, esas que describen de miles de formas a Tijuana. Cuando uno viene por primera vez a recorrer parte de la zona centro de la ciudad miles de cosas entran en el cerebro. Famosa en las películas de estilo hermanos Almada –por no decir películas de bajo presupuesto como las del actor Álvaro Zermeño- tal parece que en todo el mundo Tijuana tiene una fama horripilante. Quizá por haber sido asiento durante años de grupos delictivos y por el paso obligado a California. Tijuana es lo que es por donde se le quiera ver.

Bien es sabido que la ciudad tiene un amplio potencial económico en Baja California, basta sencillamente con ver los horarios de trabajo de la ciudad o meterse a buscar las ofertas académicas que hay en la ciudad en universidades públicas, privadas e instituciones particulares de nueva data –entiéndase aquellas entidades escolares pequeñas que ofrecen grados académicos diversos con la debida seriedad- además del campus Otay de la Universidad Autónoma de Baja California.

De Tijuana se dice de todo: y de todo lo que se afirma solo una parte es cierta, ese misterio que envuelve la ciudad es lo que le brinda ese halo de misticismo y que la hace famosa por temas como el amplio mercado sexual que ofrece.

Tijuana, aunque por su geografía parece desordenada, es así por su propia naturaleza.

Desde que en 1880 aproximadamente se estableció el Rancho Tijuana en los terrenos de lo hoy es la ciudad, ya había cierto misterio en la ciudad.

En la década de la prohibición siendo gobernador del territorio norte el general Abelardo Rodríguez, florecieron los casinos como el de Agua Caliente que estuvo activo hasta entrado el sexenio del general Lázaro Cárdenas, quien, siendo presidente de México, prohibió los casinos en el país.

La historia moderna de Baja California no se entiende sin Tijuana que muchos años después de la revolución mexicana –en la década de los años 50- fue asiento de gente trabajadora y de tesón.

En 1952 el presidente Miguel Alemán Valdez emitió el decreto de creación de los territorios de la Baja California, de tal suerte que la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Baja California se emitió en agosto de 1953.

La historia constitucional de Baja California es interesante por diversos aspectos: en primer término, porque los habitantes del estado conocen poco su constitución. En un principio –hace aproximadamente 25 años- un profesor connotado de la Facultad de Derecho Tijuana de la UABC, el doctor Mario Herrera Zárate empezó a rescatar el texto constitucional de Baja California, sin embargo, es menester decir que un principio no había ni siquiera ejemplares de la constitución local.

Hoy, la cultura constitucional de Baja California puede ser conocida gracias al rescate de personas que dedican sus esfuerzos a la difusión de la cultura constitucional.

Es encomiable sumarse a estos esfuerzos para difundir una constitución que pasó mucho tiempo olvidada en alguna ratonera del congreso local. Hay que decir, por cierto, que en alguna época, Tijuana fue sede del congreso Constituyente del Estado.

alfonsotorr@gmail.com
 

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