LA OTRA HISTORIA

Hablando en serio

Por Lucía Garayzar Rodríguez*
lunes, 30 de marzo de 2020 · 00:00

Una de las epidemias más devastadoras de la antigüedad fue “la peste de Atenas” en el año 428 a. C. “La guerra del Peloponeso” del gran historiador Tucidides, narra puntualmente el origen y el desarrollo de este virus devastador. Cuenta Tucidides, que la peste provenía de Etiopía, y se originaba en medio de grandes tumultos de las ciudades, del calor y las guerras.

El relato de este contagio es tan completo, que bien vale la pena citar algunos textos de su obra original: “en el principio del verano, los peloponesos y sus aliados invadieron el territorio da Ática. Días después, sobrevino a los atenienses una terrible epidemia, la cual atacó primero la ciudad de Lemnos y otros lugares. Jamás en ninguna otra parte se ha visto azote semejante y víctimas tan numerosas; los médicos nada podían hacer, pues de principio desconocían la naturaleza de la enfermedad, además fueron los primeros en tener contacto con los pacientes y primeros en morir.

La ciencia humana se mostró incapaz; se elevaban oraciones en los templos. Finalmente, todo fue renunciado ante la fuerza de la epidemia. En general, el individuo afectado se veía súbitamente preso de violento dolor de cabeza; los ojos se volvían rojos e inflamados; la lengua y la faringe asumían aspecto sanguinolento; la respiración se tornaba irregular y el aliento fétido.

Poco después el dolor se localizaba en el pecho, acompañándose de tos violenta; cuando atacaba al estómago, provocaba náuseas y vómitos con regurgitación de bilis. La mayor parte moría al cabo de 7 a 9 días consumidos por el fuego interior. Los pájaros y los animales carnívoros no tocaban los cadáveres a pesar de la infinidad de ellos que permanecían insepultos. Si alguno los tocaba caía muerto”. (http://www.sld.cu/galerias/pdf/sitios/bmn/lasprimeras epidemias de la historia).

La peste acabó con el gran poderío de Atenas, miles de soldados murieron y no perdonó rangos, el gran Pericles fue una de sus víctimas.

Amable lector: la historia ha dejado evidencia de lo que las pandemias son capaces de hacerle al mundo. Con todo y los avances científicos que han creado los seres humanos, una vez más la vida nos sorprende y nos muestra cuan vulnerables somos.

Este aleccionador suceso que en su momento formará parte de la memoria de la humanidad, deberá servir para algo.

En los últimos quince días nuestro país está como nunca, sin pies ni cabeza; hemos visto y escuchado cualquier cantidad de barbaridades por parte de quienes lo gobiernan pero también por parte de otros sectores de la sociedad.

Hace apenas siete días durante la fase inicial de la pandemia, AMLO instaba al pueblo de México a salir a la calle: “salgan a comer, sigan con su vida normal”; yo les diré cuando no deban hacerlo; “los mexicanos son una etnia fuerte que pueden con este tipo de pestes”; por eso en este momento se pasea por todo el país desparramando el virus; después, el irracional mensaje del gobernador de Puebla afirmando que el Covid-19 era cosa de gente rica, que a los pobres no les afectaría; luego, la mofa del súper delegado de Baja California dentro de un establecimiento comercial, en donde se comprometía a vigilar el precio de los condones como si estos fueran un artículo de primera necesidad; y como no mencionar el circo de Constellation Brands.

Por otro lado, el incremento en algunos artículos de la canasta básica por parte de comerciantes faltos de sensibilidad y para cerrar con broche de oro, las noticias falsas y mal intencionadas que sólo emanan una gran falta de responsabilidad por parte de quienes las crean y distribuyen.

Lo peor está por venir, ayer domingo lo declaró el funcionario con mayor credibilidad dentro del gabinete del presidente López Obrador en materia de salud, no me refiero al titular de la Secretaría, nunca lo he visto a cuadro, hablo de la persona que diariamente da la cara ante los mexicanos, el subsecretario Hugo López-Gatell.

A partir de hoy, recordemos las recomendaciones emitidas, no sólo por el gobierno, basémonos en la experiencia de los países que han atravesado por este doloroso trance y tomemos la decisión de amarnos más.

Sé que nadie está obligado a pensar como yo, ni a creer en el Dios en el que creo. Como dato curioso, destaco que desde tiempos remotos cuando los pueblos atravesaban por momentos de gran tribulación, cuando no se tenía el control absoluto de la situación, los monarcas de las regiones afectadas pedían a sus súbditos orar. Hoy, igual que desde hace miles de años, amén de los cuidados sanitarios, elevar plegarias y no perder la fe, es lo que los mandatarios piden a su pueblo ¿Por qué será?

Si esta es nuestra última oportunidad para poder conservar nuestra salud y la de nuestros seres queridos, como lo afirma López-Gatell, pues manos a la obra: seamos AGRADECIDOS y SOLIDARIOS, valoremos el trabajo de los que a diario exponen su vida por las nuestra, médicos, enfermeras, paramédicos, bomberos, policías.

Hagamos de nuestra casa un refugio, seamos tolerantes, gentiles, pacientes; aprovechemos el tiempo para conversar, leer, pensar, orar, meditar, cantar, bailar; ricos y pobres, todos por igual. Esto como todo pasará, de eso nos daremos cuenta, entonces sera el momento para volver a empezar.

*La autora es profesora

lucygarayzar@hotmail.com
 

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