DÍA DEL SEÑOR

Solemnidad de Pentecostés. Ciclo A (Jn. 20, 19-23)

“Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar” Por Carlos Poma Henostroza
sábado, 30 de mayo de 2020 · 00:00

Hoy cincuenta días después de la Resurrección del Señor, celebramos la Solemnidad del Espíritu Santo, este mismo Espíritu Santo prometido por Jesucristo varias veces antes de su muerte y también después de su Resurrección.

Este Espíritu de Dios; que es, el Espíritu de Jesús y el Espíritu del Padre. Él es la presencia de Dios con nosotros. Él es la promesa cumplida del Señor cuando nos dijo: “Miren que estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28, 20).

El Espíritu Santo es nuestro Maestro y nuestro Guía, también se le dan muchos nombres: Paráclito (o Abogado), Espíritu de la Verdad, Espíritu de Amor, etc. La principal de estas funciones tal vez sea la de nuestra santificación. Es el Espíritu Santo quien, con sus suaves inspiraciones, nos va sugiriendo cómo transitar por el camino de la santidad, por ese camino que nos lleva al Cielo.

Es el Espíritu Santo Quien nos lleva a conocer y a vivir todo lo que Cristo nos ha dicho; es decir, nos lleva a conocer y a aceptar el Mensaje de Cristo en su totalidad: nos lleva a la Verdad plena.

En Pentecostés conmemoramos, la Venida del Espíritu Santo a la Iglesia y rogamos porque ese Espíritu de Verdad se derrame en cada uno de nosotros, que formamos parte de la Iglesia, para poder vivir todo lo que Jesús nos enseñó, para poder ser santificados por El.

¿Cómo realiza el Espíritu Santo su labor de santificación en nosotros? El Espíritu Santo se va derramando en cada uno de nosotros con sus gracias, dones, frutos y carismas. Todos estos son regalos del Espíritu Santo; es decir, cosas que recibimos gratis, como un obsequio y además, sin merecerlas.

Dejemos que el Espíritu renueve nuestros corazones, encienda su luz en nosotros, que penetre en nuestra alma y sea nuestro consuelo, que nos enriquezca y llene nuestro vacío, que nos envíe su aliento para vencer el pecado. Los dones que nos regala son actuales. El don de sabiduría nos capacita para distinguir la realidad de la fantasía, nos hace encontrar el secreto de la felicidad: la entrega total a Dios. La inteligencia nos ayuda a distinguir los signos de los tiempos y aceptar los cambios necesarios. El consejo nos da la posibilidad de descubrir cuál es el buen camino que hay que seguir. La piedad nos ayuda a vivir la espiritualidad y nos aleja del materialismo. La ciencia nos permite descubrir cómo son las cosas, aunque no nos dé el sentido último de las mismas que nos viene por la de. El temor de Dios, entendido como debe ser, nos hace realizar por amor lo que Dios espera de nosotros. La fortaleza es necesaria para asumir compromisos auténticos sin miedo al mañana.

El don del Espíritu es el gran regalo de Jesús a los apóstoles y a todos nosotros. Ese espíritu nos sigue acompañando y nos convoca para dar testimonio de El en el mundo, a través de nuestras obras. Ese Espíritu es el que nos anima a no estancarnos, a no permanecer quietos, a mirar siempre hacia delante, nos anima a descubrir, a investigar, porque todo ha sido creado por Dios. Nosotros lo recibimos en esta celebración y pedimos que se derrame generosamente sobre todos los habitantes de la tierra.

Pidamos al Espíritu Santo de forma especial para que nos consuele y proteja de todo mal, por los que estamos viviendo la crisis de la pandemia, que sufren la ausencia de la Eucaristía y la reconciliación sacramental, por los enfermos, los que están solos, por los que necesitan de los demás para vivir, para que nunca les falten las personas que son capaces de hacer algo por ellos de una forma desinteresada.

Que la venida del Espíritu Santo nos conceda vivir cada día, el amor a los hermanos y permanecer fieles a la Iglesia, que inicio con su venida, los acompañe, proteja y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com 

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